Columna


Las EPS

JULIE PARRA BENÍTEZ

27 de julio de 2012 12:00 AM

JUAN ANTONIO MORALES ARRIETA

27 de julio de 2012 12:00 AM

Entre 1992 y 1995 fueron concebidas e implantadas en Colombia por los gobiernos de Cesar Gaviria y Ernesto Samper dos instituciones privadas que a la larga resultaron nefastas para la clase media y los pobres en general: las administradoras de fondos de pensiones (AFP) y las empresas promotoras de salud (EPS).
Las EPS se introdujeron a insistencia de Juan Luis Londoño, Ministro de Salud de la administración Gaviria, quien entonces ofreció al sector privado que asumiera el aseguramiento y prestación de servicio de salud, en reemplazo del Sistema Nacional de Salud, donde los recursos del Gobierno Central para la salud eran transferidos directamente a la red de hospitales públicos.
La idea era privatizar el régimen contributivo, de tal manera que las empresas de medicina prepagada de ese entonces asumieran las funciones del Seguro Social. Los inversionistas no estaban interesados, pues les resultaba más atractivo administrar los fondos de pensiones. Sin embargo, ante la insistencia del gobierno – influenciado por los tecnócratas “neoliberales” en su afán de privatizar – los grupos económicos fueron incentivados a invertir en la salud, bridándoseles garantías de rentabilidad.
Para esto se creó una estructura donde el dinero es manejado por ellos. Además, como promotoras, se les otorgó el poder de contratar a quienes realmente atienden a los pacientes: las instituciones prestadoras de servicios de salud (hospitales y clínicas en general). También concibieron el Plan Obligatorio de Salud (POS) para efectos de la medicación y, en el caso de las medicinas no estipuladas, se creó el Fondo de Seguridad y Garantía (Fosyga) para que respondiera financieramente por estos.
El negocio es redondo. Los dineros que antes se giraban directamente a los hospitales y clínicas son girados hoy por las EPS. Y las medicinas que estas no querían suministrar porque no estaban en el POS, pueden cobrárselas (los famosos recobros) al gobierno a través del Fosyga.
Un esquema tal ha llevado al colapso del sistema de salud en Colombia y a la quiebra de la Red Hospitalaria Pública. Las deudas a los hospitales y clínicas del país sigue creciendo: a 30 de junio de 2012 el monto total de la cartera llegó a 3,8 billones de pesos. Según la Asociación Colombiana de Hospitales y Clínicas (ACHC), citada por la revista Portafolio, el 55.6% del total de ese pasivo es cartera morosa. Del total de la deuda, las EPS del régimen contributivo son las mayores deudoras, con 1,4 billones de pesos, es decir, el 36.6% ciento del total.
El médico Carlos Francisco Fernández, presidente de la Asociación Colombiana de Sociedades Científicas, sostiene que el papel de las EPS hace tiempo se desdibujó al punto de formar parte de una cadena tortuosa, donde los dineros tienen un curso enrevesado y traumático.
Todavía es posible rectificar. Según la revista América Economía, de los 35 mejores hospitales y clínicas de América Latina en 2011, ocho eran colombianos, lo que nos muestra que tenemos una red hospitalaria de alta y mediana complejidad, con una calidad reconocida a nivel internacional. Estas instituciones estarían en capacidad de garantizar una prestación de servicio de niveles superiores, y con las cuales se podría arrancar un nuevo sistema de salud integral. Para esto no es necesario tener intermediarios financieros como las EPS.

*Profesor del Programa de Ingeniería Industrial, UTB

jumoral@unitecnologica.edu.co

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