Columna


Le falló el sainete

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

19 de junio de 2011 12:00 AM

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

19 de junio de 2011 12:00 AM

Es injusto negarles a ciertos individuos, cuando las tienen, sus condiciones histriónicas. Menos todavía si apelan a ellas para conseguir lo que quieren. ¿Cómo discutírselas a Álvaro Uribe si lo mejor de sus ocho años de gobierno fue ese histrionismo fascinante que combinaba la actuación con la acrobacia, la prestidigitación, la máscara de prócer y el mameluco de niño amoroso de una Patria de cuyas entrañas se siente el único pedazo?

La denuncia que le presentaron en la Comisión de Absoluciones de la Cámara era el pretexto para recuperar la escena, y por eso pidió que fuera pública, y que la transmitieran las cámaras del canal institucional desde ese tablado honroso y solemne del teatro democrático de Colombia. Pero le hicieron la bellacada de recusar a dos de los imparciales investigadores suyos, y se perdieron los arreglos previos y el maquillaje de la matiné del jueves.
Sin embargo, algo logró: gritó que quieren acallarlo con infamias como la de negarle a su gestión (el país entero lo oyó) la protección que dio a los defensores de los derechos humanos, como el profesor D’Andreis. A los colombianos nos constan su tenacidad y esfuerzos en ese campo. Por eso, Jorge Noguera y María del Pilar Hurtado están de candidatos este año para el Premio Nobel de Paz, con todas las posibilidades de opacar a Nelson Mandela y Rigoberta Menchú.
Atorado porque no pudo decir lo de siempre –que él y sus colaboradores son impolutos–, amenazó con la frase del general Douglas, como lo llaman los paisas en confianza: “Aquí volveré”. De que vuelve, vuelve. Ni de vainas que se quede con las ganas de demostrarle al Almodóvar de la pieza, Yair Acuña, que El Ubérrimo es un simple caso de confianza inversionista que ahora le cuidan (por ser parte del gremio) José Félix Lafaurie y Miguel Torres Badín. Su vocación son las tablas.
Con el talento artístico no se puede. No hay con quien. Si fracasó la versión libre, que se haga un desfile, exigió. Para ver si de pronto se justificaba su constitución en parte civil dentro del proceso contra Piedad Córdoba, resolvió caminar hacia el Hotel Tequendama a fin de que un miliciano de las Farc atentara en contra suya, pero dejándolo vivo. Toda una mano de dados, pero caminó y oyó vítores, y también insultos, y revivió el legendario septimazo. Una señora que observaba sus pisadas puso una de ella encima de la última de él y exclamó: “Aquí pisó Uribe”. Era la única manera de pisarle algo que no fueran los tres huevitos, pues tiene uno más que todos los demás mortales.
Durante la caminata hubo un instante en que vio la imagen del alcalde de El Roble (otro de los protegidos de su administración) y masculló: “Aquí fue”. Pero ni sonó el disparo ni recibió la puñalada. Los dos Jaimes, Granados y Lombana, que lo escucharon, le susurraron al unísono: “Tranquilo, que la petición de parte civil prospera de todos modos: No hay duda de que usted es una víctima de la farcpolítica.
Ayer amenazó el doctor Uribe con hacer un sainete en cada barrio de Bogotá para hablarles a sus habitantes, frente a frente, sobre los presuntos actos de corrupción de que lo acusan. Le quedaba más fácil evitarlos cuando fue presidente. ¿histrión o estadista?.
Los aciertos de Santos le han desanudado la chaveta.

*Columnista

carvibus@yahoo.es
 

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