Columna


Legados invaluables

LIDIA CORCIONE CRESCINI

25 de enero de 2011 12:00 AM

LIDIA CORCIONE CRESCINI

25 de enero de 2011 12:00 AM

La experiencia me demuestra que muchas personas que se convierten en personajes de la vida nacional e internacional alcanzan su mayor auge post mortem.En su vida terrenal son  reconocidos en el momento de su aporte, auge y apogeo, después oscilan y luego entran en una etapa de receso. Lo triste es que al momento del deceso empiezan nuevamente las editoriales, disqueras, medios de comunicación, a desempolvar los baúles de los familiares para rescatar lo inédito y convertirlo en “bestseller” o en boom comercial.
Seguramente los creadores artísticos o escritores con dones especiales trabajaban con la intención sana de compartir sus creaciones con una comunidad que precisa leer, mirar, sentir y abrazar la belleza, ya sea a través del arte, la música, la literatura, constituyéndose estos en un legado enriquecedor e invaluable.
En los primeros días de enero, Rafael Martínez, gestor cultural, tuvo la idea brillante de rescatar y rendir homenaje a Pedro Laza, Sofronín Martínez, Francisco Zumaqué y Los Macumberos del Sinú, Clímaco Sarmiento, Michi Sarmiento y Francisco Zumaqué (Jr). “Los sonidos del caribe”, remembranzas, emociones, sentidos momentos.
El maestro Eladio Gil Zambrano, fallecido recientemente, también se preocupó y ocupó un lugar significativo en nuestra ciudad, que ni siquiera era la suya natal, sino por adopción, y como lo informó la prensa, partió de esta tierra con el vacío de no saber en dónde quedaría reubicada su obra de la India Catalina, al igual que el monumento a los alcatraces, también de su autoría. Creo que salvo el Concurso Nacional de Belleza, jamás le han metido la mano para conservarlo brillante, como cuando lo donó a la ciudad.
Es por eso que hoy deseo referirme en vida al Padre Rafael Castillo Torres, un hombre sencillo, instruido, humanista, sociólogo, teólogo, a quien le interesa el ser humano como factor decisivo en la construcción de un mundo mejor apartado de ambigüedad, rencor, injusticia social e improductividad.
Quizás él no es un artista, pero con su labor esculpe la vida y la viste con sus palabras bordadas una a una de acciones proactivas en beneficio de todos, especialmente de los seres humanos más vulnerados por la violencia. Es un guerrero sin yelmo ni armadura empujando siempre hacia la batalla de la vida. Ecuánime y próspero le apunta a la bandera de la paz, de la hermandad, de las bienaventuranzas.
Este hombre no sólo merece reconocimiento sino apoyo, porque él está convencido de que en agrupaciones se trabaja a un ritmo mejor, pero solo, sus sandalias avanzarían escasos metros. Hasta el año pasado, antes de su traslado a Cartagena, trabajaba en los Montes de María, y su mayor preocupación era conseguir resultados para la gente a través de la creación de Redes Sociales, y nos dijo a un grupo de columnistas de El Universal que fuimos a visitarlo: “Cuando alguien viene a mi casa no solamente me hace sentir contento sino que me está diciendo, usted cuenta para nosotros”.
No se trata de la buena intención, de la buena voluntad, hay que aprovechar los escenarios posibles para lograr el progreso: “Los que siembran en minutos no tienen la paciencia para sembrar árboles y es por eso que no pueden sentarse a la sombra del árbol”.
Padre Rafa, todo nuestro reconocimiento y apoyo en su labor por los más necesitados.

*Escritora

licorcione@gmail.com

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