Estaba en mi vehículo en un trancón en Puerto Duro, odisea diaria de los cartageneros, por la falta de autoridad en la ciudad. Sin poder avanzar, con el vehículo detenido, contesté una llamada en mi teléfono celular. Mi vehículo no estaba en movimiento y ya tenía varios minutos atrapado en el trancón, cuando el agente de Tránsito en el lugar, observando desde el andén todo el caos vehicular, en vez de ayudar a solucionarlo, decidió tirarse a la calle, esquivando motos y busetas atravesadas en su camino, recogiendo y dejando pasajeros en sitios “prohibidos”.
Claro, lo importante para el señor agente en ese momento era la víctima, o sea yo, y no el trancón. Me ordenó orillar mi vehículo, se me acerca y me pide avanzar hacia una calle, indicándome girar a la derecha, a lo cual pregunté: ¿por qué? Si ya el vehículo orillado no obstruía el tráfico, su respuesta fue igual o peor que su actitud: que la calle estaba sola y que allí podíamos “conversar”.
¿Qué pretendía? ¿“Picúa”?
Le dije que cualquier procedimiento lo podía hacer allí y me negué a seguirlo. Me pidió los documentos del vehículo y me informó que me impondría un comparendo por conducir y hablar por celular al mismo tiempo. Le respondí que no me podía hacer ningún comparendo porque al contestar la llamada no estaba en movimiento. Además, le dije que cómo era posible que él, en vez de controlar la cantidad de infracciones cometidas en frente suyo, que sí generaban el caos en la vía, prefirió arriesgarse metiéndosele de frente a motos y busetas para llegar hasta donde mí y multarme injustamente.
Fue tan reprochable su actitud que al firmar yo el comparendo, le dije que además escribiría que no estaba de acuerdo con el procedimiento por ser una injusticia lo que hacía, porque al estar parado no existía violación a la norma. Enseguida me arrebató el talonario de las manos.
¿Será que tendríamos que actuar como los buseteros, taxistas y mototaxis, quienes cuando las autoridades quieren o intentan hacer cumplir la ley, se toman la ciudad o sacan palos para defenderse de los agentes de Tránsito que no tienen respeto, moral, ni ética? ¿Será que en la ciudad no hay más nada que hacer para que los policías de Tránsito se dediquen exclusivamente a estas arbitrariedades? ¿Será que se cumplen tan bien las normas que los agentes se tienen que convertir en cazadores de supuestos infractores?
¿Por qué los policías no controlan a los taxistas y sus estaciones de colectivos que montan justo en los semáforos de la India Catalina, delante de ellos, sin importarles los trancones que se forman?
Claro, las respuestas de nuestras autoridades frente a la cantidad de trancones, siempre es la misma y la más fácil: Pico y Placa y el incremento del parque automotor en nuestra ciudad.
Por favor, actúen con profesionalismo, ética moral y autoridad.
estebantorrestorres@hotmail.com
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