Columna


Los chorros incontenibles

AP

17 de marzo de 2011 12:00 AM

CRISTO GARCÍA TAPIA

17 de marzo de 2011 12:00 AM

No son, desde luego, los de los meones de las murallas, estatuas y monumentos de la procera Cartagena, a los cuales voy a referirme en esta columna. De aquellos ya dio buena razón y justificada protesta en la suya dominical mi admirado y ameno cronista, don Carlos Gustavo Méndez.

De cuantos voy a decir son de los chorros que en cada invierno y en cantidad cada vez mayor, inundan con su potente caudal La Mojana, esa vasta extensión de ciénagas y zapales, brazos y caños, conformada por la red de drenaje que es el delta del río Cauca en la Depresión Momposina, “una de las enormes zonas fluviales inundables del mundo y asiento de la planicie aluvial edificada con los sedimentos de los ríos Cauca, San Jorge, Cesar y Magdalena”.
Como nunca antes había ocurrido en estos territorios del Departamento de Sucre, marzo vino preñado de invierno y consecuentemente marcó el inicio de una temporada de lluvias que presagia inundaciones prematuras, chorros por doquier, diques incontenibles y, donde las estén adelantando, obras inconclusas para contener la fuerza catastrófica de las aguas que de nuevo volverán a correr a torrentes por la tierra de la Mojana y su vecindad.
Como han corrido a torrentes e inundado los bolsillos de particulares y funcionarios corruptos de todos los niveles miles de millones de pesos del Presupuesto Nacional, de cuyo destino conocen y saben las víctimas de las inundaciones, tanto en Sucre como en Bolívar, pero no logran identificar las obras con tanta plata ejecutadas porque el agua, al igual que sus pertenencias, animales, cultivos y esperanzas, se las llevó el chorro de la corrupción que no acaba.
Y es que hasta mediados del 2010, según el DNP, se habían invertido en esa zona, y con el fin especifico de contener las inundaciones y mejorar la calidad de vida de sus pobladores, 216 mil millones de pesos. Un chorro potente de billetes que hubiese dado para avanzar largo en ese propósito, pero que poco de ello alcanza a verse en tierra firme porque buena cantidad lo sumerge el agua pestilente de la corrupción que no cesa de inundar esta desventurada tierra.
Cuanto queda claro en todo este torbellino de aguas y corrupción en el cual ha girado La Mojana, es que volverá el invierno y con él las inundaciones con sus náufragos de siempre, las urgencias manifiestas, las visitas presidenciales, los kit de ollas, calderos y dentífricos y cuanto chéchere sirva para distraer de su calamitosa situación a los mojaneros y los amanse para la próxima creciente.
Entre tanto, la construcción de los cinco diques fusibles que propuso un estudio de la Universidad Nacional como solución para las inundaciones de La Mojana, que espere hasta el final de los tiempos.
Que para ellos no debe estar muy lejos si siguen con los brazos cruzados y atenidos a las misericordias y dadivas del prójimo que los socorre con menudencias mientras el Estado y el Gobierno ni se mosquean.

*Poeta

elversionista@yahoo.es

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