Columna


Los “doce” del Congreso

AP

28 de junio de 2012 12:00 AM

CRISTO GARCÍA TAPIA

28 de junio de 2012 12:00 AM

Veinte siglos después se evoca la historia. En un lugar del vasto y ajeno universo, la humanidad doliente habría de relacionar la noche en la cual un puñado de legisladores, el mismo número de los cuales da cuenta el cronista Juan, trocaron por rútilas prebendas la majestad y honra de la Justicia.
Y rifaron entre ellos y sus asociados de otras guarniciones del poder la túnica inconsútil de la Constitución de 1991, convertida ya en cobija remendada por quienes por reiterada ocasión procedían, como aquella tarde de la crucifixión, a rifar entre ellos y sus convidados el premio gordo de una reforma.
Horrible noche en la cual cesó en las fauces de los doce la independencia de poderes heredada de Montesquieu y gimió la Constitución que, violada en algún pasadizo por la soldadesca disfrazada de civil, se quedó atada por las cadenas de la impudicia y la avilantez.
No obstante, es probable que cuanto ocurrió aquella noche nefanda apenas si conduzca a la sanción mediática del Congreso, porque de la sanción fáctica que amerita tal felonía es probable que nunca lleguemos a ocuparnos los colombianos con la decisión y el coraje revocatorio que la misma demanda.
De lo cual hay razones para predicar con solo devolver los ojos y la memoria a episodios del pasado inmediato. De igual o parecido tenor al de la pirateada reforma de la Justicia que hoy copa espacios en periódicos, radio, televisión, redes sociales, pero de cuyos efectos en la conciencia del ciudadano colombiano poco quedará con el paso de los días.
Ojalá, aunque no es mucha la esperanza que abrigamos al respecto, no resulte esta una escandola más del Congreso, cualquiera sea el número de sus integrantes dispuestos a proseguir con la comedia que para el país es tragedia.
Y las voces y manos que hoy se alzan pidiendo y suscribiendo revocatorias y derogatorias de poderes y mandatos no sean las mismas y contadas voces y manos que siempre se han alzado con dignidad y valor frente a la embestida de fuerzas y poderes legislando, decretando y fallando en provecho e interés propio y en desmedro de la nación.
A esas, hay que sumar y multiplicar las indignadas de millones de colombianos ultrajados, vejados, humillados, por un puñado de felones, algunos de los cuales apenas si saben leer de corrido; otros, carecen de carácter. Y los más, incursos en conductas punibles y delitos ocultos en las mamparas de los poderes que detentan, comercian y truecan.
En tanto no se proceda en masa, colectivamente, a vociferar en contra de quienes se hurtaron la honra y la dignidad del constituyente primario para hipotecarlas en las compraventas del Congreso y de otras instituciones, el poder avasallador de quienes ejercen en uno y otras terminará imponiéndose.
Si bien hay un principio universalmente aceptado, en Derecho como se hace se deshace, aquí no cabe. Y no cabe porque cuanto se hizo rebasa el hecho jurídico y legal. Y lesiona, en grado severo, el atributo esencial de la nación.
Por tanto, cuanto acaba de salir del Congreso de la República, Reforma de la Justicia, mancha la democracia. Y, aunque tenga la patente de legal, no es legítima y atenta contra la nación.

*Poeta

elversionista@yahoo.es
@CristoGarciaTap

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