Columna


Los efectos del atentado

PANTALEÓN NARVÁEZ ARRIETA

16 de septiembre de 2011 12:00 AM

PANTALEÓN NARVÁEZ ARRIETA

16 de septiembre de 2011 12:00 AM

Aunque no anticipamos sus efectos, diez años atrás, a través de las pantallas de los televisores, vimos la colisión de dos aviones contra el World Trade Center. Los noticieros no cesaban de repetir las imágenes. Nos conmovió que mientras flameaba el primer edificio la otra aeronave se aproximaba a la torre contigua y los ejecutivos que se lanzaban al vacío para evitar achicharrarse. Lamentamos la pérdida de vidas y reprochamos a los ejecutores por la sevicia con que actuaron. También destacamos la fragilidad de la defensa de Estados Unidos y acusamos a sus militares de inoperancia e ingenuidad.
Entonces en USA afloraron los temores y odios. Es que, además, el Pentágono resultó averiado por el ataque. La seguridad había sido burlada. Las pesquisas indicaron que Al Qaeda era la autora. La declaratoria de guerra no se hizo esperar y, con ella, la instauración de una estrategia que restringió libertades y las sustituyó por restricciones y prejuicios. El mundo cambió. Solo se podía ser bueno o malo. A quien denostara o controvirtiera se calificaría como conspirador y merecería un escarmiento. Se otorgaron licencias para cometer desafueros, cuyas víctimas no sólo fueron los promotores o seguidores del fundamentalismo islamista, sino los oriundos de África o Latinoamérica.
Lo que no percibimos fue que la confrontación inició el declive de USA. El presidente Bush, en vez de resolver las causas de la animadversión con los árabes, se empeñó en confirmar la hegemonía de su país. Sin el respaldo de la ONU, envió su ejército a tierras lejanas para cazar a los enemigos e instalar la democracia. Prometió que los soldados no demorarían. Todavía están allá, atascados en una guerra que costó no sólo la fortuna que profundizó el déficit y la inestabilidad de su economía, sino la supremacía política en el mundo.
Ahora el mundo no se otea sólo desde la atalaya del norte, sino también desde las del este y el sur. Al centrar su atención en los árabes, USA mermó el control sobre los demás. Brasil, Rusia, India y China, libres de presión, consolidaron sus economías, habilitándose para pertenecer al club de los que imponen y exigen. Pero no solo ellos ganaron autonomía y tomaron distancia. También lo hicieron algunos países de Latinoamérica en donde la izquierda fue favorecida por los electores, tanto que construyeron instrumentos para negociar entre ellos e intentar fortalecerse a la hora de exportar.
Luego de diez años, sabemos la razón del atentado contra las Torres Gemelas como hito: Estados Unidos perdió antes de que un soldado suyo recibiera un disparo. Todo por la imprudencia de creerse salvadores del mundo y que son malos los que no practican la democracia, a la que ellos, sus creadores, transformaron en otra mercancía, que se consume dependiendo de la intensidad con que se publicite. Por eso sus cruzadas tienden a implantarla.
Ni siquiera la muerte de Bin Laden les evitará la humillación, ni atenuará la bancarrota, que se agravará en la medida en que sus dirigentes continúen incurriendo en el error de descartar las soluciones cuando provienen del contrario, sin discutirlas y sin reparar, por lo menos, en los provechos que pueden generar, como si ellos mismos hubieran comenzado a desconfiar de la bondad de la democracia.

*Abogado y profesor universitario

noelatierra@hotmail.com

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