Columna


Los nuevos sanjosés

ÓSCAR DOMÍNGUEZ G.

20 de marzo de 2012 12:00 AM

ÓSCAR DOMÍNGUEZ G.

20 de marzo de 2012 12:00 AM

Los maridos de mujeres importantes son la versión moderna de San José, y todos los 19 de marzo celebran el día de su santo y calumniado patrono, de quien cierta implacable oposición asegura que era muy buena persona pero mal carpintero.
Con humildad agustiniana, José alcahueteó el protagonismo de María, su mujer, de cuya biografía vivió los últimos años. En cualquier tienda le fiaban. Pero nunca le jaló al tráfico de influencias. Ni al de indulgencias.
Primer feminista que recuerde la historia, José jamás le ocultó el sol a su mujer. Para sacudirse del estrés por la importancia de su “dulce enemiga”, se asiló en el noble destino de la carpintería.
Los sanjosés de hoy prefieren el baño turco donde, escocés en mano,  esperan que llegue la quincena... de sus mujeres, que coleccionan úlceras, insomnios y ojeras ejerciendo el poder. Despotrican del poder que les “incautó” a sus ex bellas durmientes, pero se reconcilian al consultar el saldo bancario.
Al amparo del pionero José, en el  mundo crece la audiencia de maridos arrumados en el gueto de la cocina, en faenas domésticas como lavar la loza, mientras sus mujeres se adueñan del poder siguiendo el libreto que les escribió el Nobel de Aracataca, quien dijo para la posteridad: “Las mujeres deberían gobernar el mundo”. Y así lo hacen bien en muchos países. Llegará el momento en que, por accidente, los hombres accederán a la presidencia.
Pese al ejemplo del santo patrono, el “bobo sapiens” de internet no estaba suficientemente preparado para pasar al clóset.  Pero ha aprendido con facilidad. No hacer nada tampoco demanda mayor inteligencia.
Y ellas siguen perdiendo porque nunca renunciaron del todo a sus deberes caseros.
No está lejano el día en que se cree el “Sindicato único de maridos de mujeres importantes” para asumir en forma las modernas responsabilidades. Eso sí, perfeccionistas a morir, estiman que es mucho lo que hay que aprender para disfrutar del nuevo estatus. Los hombres estamos listos para el sacrificio.
La literatura disponible no es muy extensa pero los hombres que viven las circunstancias aquí descritas, se quitan el sombrero ante conspicuos colegas como el inglés Denis Thatcher, quien durante muchos años fue el discreto San José de la Dama de Hierro inglesa, Margaret Thatcher. Whisky y palo de golf en mano, dos grandes inventos escoceses, Mr. Thatcher vivió con altura y particular estoicismo a la sombra de su trabajadora mujer.
Las miradas apuntan también al Príncipe Felipe, esposo de la Reina Isabel, quien solo de vez en cuando sale del silencio de su cartuja de oro londinense para meter las de caminar. Actúa así cuando siente la necesidad de notificar que existe, de que lo tengan en cuenta. Después de marcar territorio como los gatos, vuelve a su anonimato de oro.
En Colombia, hacen  cursillo para ilustres segundones los esposos de las veteranas candidatas Noemí Sanín, Martha Lucía Ramírez, Cecilia López, María Mercedes Cuéllar y María Emma Mejía, para  no alargar el abanico.
Los sanjosés modernos, amanuenses del bajo perfil, sólo esperan de sus mujeres-ejecutivas que respeten el derecho al anonimato de sus cónyuges, “dueños perpetuos de sus quincenas” –la frase es tomada de una vieja revista de peluquería-, así como ellos respetaron el de ellas mientras detentaron el poder.

oscardominguezg@etb.net.co

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