Columna


Los que se fueron

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

02 de octubre de 2011 12:00 AM

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

02 de octubre de 2011 12:00 AM

Los candidatos conservadores Jesús Puello y Roxana Segovia dijeron adiós por falta de respaldo real y aportes económicos a sus respectivas campañas. Otra prueba, por si alguna faltaba, de que en Colombia los partidos no son cauces de opinión, sino cascarones de gamonales sin ideas, sin cohesión y sin disciplina. Tanto Puello como Segovia se quejaron de la indolencia con que los dejaron al garete después del acto formal de los avales.
Es obvio que no se trata de nada nuevo. En los procesos electorales de nuestras entidades territoriales el retiro de muchos candidatos es parte de su decantación, pues hay un momento en que se convencen de que el caucho no les estira más. Unos se apuntan a una de las cartas con probabilidades de ganar, otros le apuestan a un sindicato de minorías rezagadas que fortalece a la más favorecida en las encuestas y un tercer grupo (no es el caso de Puello y Segovia) pide una limosna por el amor de Dios.
Hoy puede decirse, por eso, que serán tres los candidatos finalistas con más respaldo a la Alcaldía: Campo Elías Terán, María del Socorro Bustamante y Dionisio Vélez Trujillo.
¿Es un programa de gobierno lo que ha sostenido a los candidatos anteriores en la lucha? No. La decantación no opera con programas ni propuestas: opera con un juego de intereses que determina los apoyos y la financiación. Me temo que de ganar Terán esa convergencia de intereses desmentirá el lema de su campa, es decir, que no habrá campo para todos, entre otras cosas porque nadie sabe si él corresponda las adhesiones como creen sus patrocinadores que lo va a hacer. Terán se jacta diciendo que no tiene compromisos.
A su sede llegaron la mayoría de las adhesiones de buena parte de nuestra élite después de que los heliotropos de ésta vieron que el aspirante tenía pueblo y madera de triunfador. ¿Arribaron por cariño y simpatía hacia el candidato? ¿Porque los conmovió el hombre de lenguaje sencillo y natural jocundo que se escapó desde el principio del lote de competidores que lo emulaban? ¿O descubrieron en su aura la reencarnación de Pedro Romero, ahora que han revivido la gesta del caudillo y su nutrido parentesco con más de la mitad de nuestra población?
A pesar de hacerse la política como se hace hoy, tiene que haber en la relación gobiernos-comunidades locales una interacción entre el crecimiento económico y urbano, la movilización social y la asimilación cultural. Y Cartagena vive una fase de su desarrollo en que si aumenta un indicador, como el ingreso per cápita, por ejemplo, deben aumentar el alfabetismo, la calidad de la salud y el consumo. Ya somos territorio libre de analfabetismo, pero necesitamos que los indicadores sean elementos diferentes de un solo proceso subyacente de transformación.
El próximo alcalde está obligado a entender y manejar la dimensión de esa realidad que condicionará la conducta de la Administración Distrital, sin desdeñar las colaboraciones cívicas ni las lealtades políticas. Tampoco hay que descartar solidaridades sinceras que merecen gratitud. Eso sí, diferenciando el corazón de los amigos que “dicen la verdad y le aconsejan el bien al gobernante”, de las fauces de los merodeadores. El corazón no se ve, pero las fauces hasta con miopía.

Columnista

carvibus@yahoo.es

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