Columna


Los trans

MARTHA AMOR OLAYA

19 de marzo de 2012 12:00 AM

MARTHA AMOR OLAYA

19 de marzo de 2012 12:00 AM

Mientras en Bogotá se cierra un ciclo, en Cartagena no arranca. Me refiero al Transmilenio que otrora inspiró replicar un modelo exitoso de transporte masivo en distintas ciudades del país y hoy su éxito lo desborda convirtiéndolo en un sistema ineficiente, y a Transcaribe, que con más de 9 años de concebido no ha entrado en circulación.
Cuando digo que en Bogotá cierra un ciclo, me refiero a la necesaria reestructuración. En las últimas semanas Transmilenio ha sido motivo de ataques y saboteos por parte de un grupo de usuarios que se quejan del servicio. Independientemente si se mueven o no intereses particulares en las manifestaciones, lo cierto es que el sistema colapsó y es momento de hacer los cambios y ajustes necesarios para que vuelva a prestar un servicio de calidad a los capitalinos.
De otra parte en Cartagena hemos visto florecer y fenecer los distintos SITM en el país y aquí seguimos pagando sobrecostos, incomodándonos con obras eternas, desalojando y re invadiendo el espacio público que se articula con el proyecto, excusando a contratistas incumplidos, escuchando de un lado y otro las bondades y los males de un sistema que sólo existe en la imaginación porque como vemos las ciudades crecen, sus necesidades cambian y por ende las proyecciones desvinculadas del factor tiempo y contexto multiplican sus imprecisiones.
No podemos decir que hace 9 años previmos el desbordamiento del mototaxismo. En Bogotá en 10 años las troncales se hicieron insuficientes, para nosotros en 9 de espera ¿Una no lo es?
Desde que se dio a conocer el proyecto en la ciudad, los expertos han cuestionado sus costos de oportunidad y lo cierto es que en cada ciudad ha tenido resultados distintos. Esto indica algo obvio, las condiciones particulares del contexto afectan de manera específica su funcionamiento y lo que para unos fue exitoso para otros, un fracaso.
Transmetro en Barranquilla está al borde de la quiebra porque no mueve el suficiente número de pasajeros que se requerían para alcanzar el punto de equilibrio. Esto tiene varias explicaciones: la persistencia de un servicio paralelo, falta de cultura para su uso, relación costo-beneficio perjudicial para el usuario, entre otros. En Bogotá, el exceso de usuarios, el precio y la necesidad de nuevas rutas lo llevan al colapso.
En Cartagena las amenazas se recrudecen. El mototaxismo, los colectivos, el aumento de vehículos en circulación (sobre todo en temporadas turísticas), la insuficiencia de vías, la falta de cultura ciudadana, la informalidad, la inseguridad, entre otros, amenazan la viabilidad del sistema, pero sobretodo, el hecho de que Transcaribe se base en una solo troncal hace pensar que no será de gran utilidad para una gran masa de personas que está lejos de la Pedro de Heredia y a quienes cualquier otro medio de transporte les resultaría mejor. Dicen que para entonces, se regularían muchas cosas en donde hoy impera el caos. No entiendo por qué no hacerlo ahora y vamos avanzando, pero bueno, aquí preferimos “avanzar” instalando las estaciones para que sean saqueadas, destruidas y mal utilizadas.
Es una vergüenza que Transcaribe no esté funcionando, pero también es la oportunidad para revisar todos los ejemplos de fracasos, analizar su pertinencia y hacer los respectivos ajustes.

*Comunicadora social

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