Columna


Lucha de poderes

MIGUEL YANCES PEÑA

05 de diciembre de 2010 12:00 AM

MIGUEL YANCES PEÑA

05 de diciembre de 2010 12:00 AM

Las relaciones entre los hombres son relaciones de poder, escribió Alvin Tofler en “El cambio de poder”. Ni las de pareja en el matrimonio, que es donde tarde o temprano cada cual muestra lo que es, escapan a esta realidad, expone, explica y sustenta el psiquiatra y escritor Félix Cantoni en “Si no está disfrutando ¿por qué vivir en pareja?”.
Y los poderes o se ponen de acuerdo y disfrutan de esa categoría compartiendo beneficios, o terminan enfrentados con las armas más bajas que conoce la especie humana: la traición, la venganza y el chantaje. Sucede en los matrimonios desavenidos, en todas las organizaciones humanas y en la organización Estatal.
En una democracia como la colombiana, los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, así como la prensa, los gremios, la oposición, y los armados (los otros poderes: las armas son el más primitivo y eficaz de todos), históricamente han evitado la confrontación; y eso no es saludable para la democracia. El equilibrio de poderes consiste en no dejar que ninguno se salga de su cause; es decir en que se vigilen y controlen mutuamente. No en que hagan acuerdos para dejar hacer, dejar pasar.
La constitución de 1991 no logró ese equilibrio; tampoco las reformas que se le han hecho, porque en la práctica quienes los conforman son humanos con sentimientos, emociones y pasiones, y porque unos poderes son más temidos y abusivos (más poderosos) que otros. Y si alguien pretende desconocer y romper este círculo perverso de favores, sobornos, venganza y chantajes, le pasa como a Uribe por atreverse a enfrentar la dinámica de los poderes.
A título de ejemplo; con la prensa, la oposición, las FFAA y la rama judicial es imposible. Hay que tenerlos contentos desde el ejecutivo, que es quien administra los dineros públicos. A los legisladores y a los magistrados, hay tratarlos de honorables (una categoría que se gana; pero aquí se exige) para no despertar sus pasiones.
El soborno (intercambio de favores) que es otra forma de relacionarse de los poderes, forma parte del escenario “civilizado” que pretende evitar la confrontación, y que se convierten en lo que conocemos como “las mieles –o los beneficios- del poder”
Esta horrible realidad que la hipocresía “rola” mimetiza bajo la forma de las buenas maneras, trató y no pudo cambiar el gobierno anterior. Con las FFAA resultó (tilín-tilín, el garrote; y la zanahoria, el presupuesto), pero cuando trató de medir fuerzas con el congreso, le tumbaron el referéndum anticorrupción, y debió tramitar sus puntos por la vía y los métodos acostumbrados.
Con la rama judicial tampoco pudo; le tumbaron el ministro estrella, y hoy se le acusa de lo que todo el tiempo, todos los poderes han hecho (chuzar y sobornar), y se judicializa, con espectáculo mediático para intimidar, a los miembros de su gobierno. ¿No es eso terrorismo?, y ¿con la ley, no intimidan algunos abogados, a quienes quieren doblegar?
El actual gobierno entendió (lección bien aprendida) que era imposible. Había que retornar al escenario anterior: somos amigos; y lo hizo. Ahora todo marcha sobre el caballito de las apariencias.
Perdimos los que gustamos de las verdades desnudas, duélale a quien le duela.

*Ing. Electrónico, MBA, pensionado Electricaribe

myances@msn.com


 

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