Columna


Medalla de Oro en lucha contra la pobreza

REBECA GONZÁLEZ DE LEÓN

13 de agosto de 2012 12:00 AM

REBECA GONZÁLEZ DE LEÓN

13 de agosto de 2012 12:00 AM

Luego de las decepciones que nos ha producido la selección Colombia de fútbol, a la cual ni un técnico extranjero puede oxigenarla, llega una chispa inesperada de alegría a nuestro país por cuenta de los deportistas que se fueron muy calladitos para los olímpicos en Londres y logaron ganar medallas.
Fueron ocho las medallas conseguidas, sin embargo, queda el sinsabor que se pudo conseguir más y se podrá conseguir más si el Estado le invierte recursos al deporte y no abandona a sus deportistas.
Traeré a colación el caso de la judoca Yuri Alvear que ganó medalla de bronce. Esta mujer, muchas veces no pudo ir a las competencias por falta de recursos, también le tocó vender empanadas de puerta en puerta para pagarse los viajes y contó con la suerte de que su preparador físico desde hace un tiempo no le cobraba sueldo porque sabía que ella no tenía con qué pagarle.
Jackeline Rentería que consiguió en estos olímpicos medalla de bronce en lucha libre, pasando a la historia por ser esta su segunda medalla olímpica, y la atleta Catherine Ibargüen que ganó la medalla de plata en el salto triple, también han padecido el lastre de la pobreza, y  han llegado a donde están sin el apoyo necesario del Estado colombiano.
Más allá de las felicitaciones que el Presidente de la República les ha dado a los medallistas olímpicos, lo más justo sería que fuera contemplando una política que de verdad le dé un lugar digno al deporte en nuestro país.
Los deportistas altamente competitivos deben ser patrocinados por el Estado. De hecho, si solo dedican su tiempo a practicar y perfeccionarse, el Estado debe reconocerles eso económicamente. También necesitamos escenarios deportivos de alto nivel, y los que tenemos, necesitamos que se les dé un buen uso, pues muchos se echan a perder.
Si tenemos para pagarle a un congresista más de veinte millones de pesos al mes, ¿por qué no invertirle a un deportista que nos traerá glorias y alegrías? Colombia, un país tan complejo y, muchas veces, tan sufrido y triste, merece satisfacciones como las que nos producen los triunfos de nuestros deportistas en el mundo.
Espero que el gobierno colombiano no se vaya como siempre en demagogia y contemple un verdadero apoyo y un buen financiamiento al deporte. Estoy segura que hay muchos deportistas que pueden llegar lejos, pero mientras estén sumidos en la pobreza, y vendiendo empanadas para subsistir, solo un milagro podrá ayudarles a conseguir su sueño.
Termino esta columna con una frase, bastante acertada, del cronista Alberto Salcedo Ramos: “¿Que nuestros deportistas que ganan plata o bronce en los olímpicos quedan debiendo? El oro lo ganaron en su lucha contra la pobreza”.

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