Columna


Medio pan y un libro

LIDIA CORCIONE CRESCINI

08 de marzo de 2011 12:00 AM

LIDIA CORCIONE CRESCINI

08 de marzo de 2011 12:00 AM

Leyendo entre mis archivos la alocución de Federico García Lorca al pueblo de Fuente Vaqueros (Granada) en septiembre de 1931 en uno de sus párrafos dice:

"No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social”.
Esa es la interrogante que revolotea constantemente en la cabeza de mis estudiantes al analizar la situación de nuestra ciudad y país cuando me manifiestan en la clase de Economía y Política que a muchos de los gobernantes no les interesa que el pueblo se eduque ya que si todas las personas fueran estructuradas y copiosas en conocimientos no podrían ser maniatadas ni esclavas del discurso retórico que predica la mayoría.
Se piensa que los jóvenes de hoy en día por aquello de la tecnología y la inmediatez de la información no les importa o poco les interesa lo que ocurre a su alrededor. Se comete un grave error, estamos equivocados. A pesar del diluvio escéptico, del abanico de carreras a escoger, moda ligera y comida light, ellos se van encausando y desean que desde su mirada la situación económica, política y social cambie.
En una mesa redonda hablando de epistemología lancé una pregunta: ¿Qué pasa si alguno de los que está aquí no tuviera la oportunidad de estudiar? Inmediatamente escuché a uno de ellos responderme: Termina en la cárcel. A manera de broma (con todo el respeto para los que practican este oficio) les hubiera dicho: pelando cebollas, pero nunca algo tan puntual como lo expresó ese joven de 15 años.
Es obligación sin lugar a dudas educar al otro, es un deber sin excusas contribuir en la solidificación de pensamientos argumentativos, interpretativos y propositivos.
En otro aparte del discurso FGL dice:
"Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita”.
Tener la oportunidad de recibir educación en todo el sentido de la palabra, no sólo es abrir la mente para no quedarse como dice la canción: …; no sabe más que la U, un borriquito como tú, yo se más que tú…;”, es ser capaz de manera coherente y ordenada, con voluntad propia, corresponsabilidad ciudadana, desarrollarse como persona para ser útil dentro de una sociedad y para la misma sociedad dentro del contexto que se desenvuelva cualquiera que este sea. Es la clave para lograr el progreso.
"Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: «Cultura». Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz".

*Escritora

licorcione@gmail.com
 

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