Columna


Merlano debe reivindicarse

PANTALEÓN NARVÁEZ ARRIETA

01 de junio de 2012 12:00 AM

PANTALEÓN NARVÁEZ ARRIETA

01 de junio de 2012 12:00 AM

Desmintió a quienes vaticinaron que su elección incidiría apenas en la región. Hace poco Eduardo Carlos se encargó de que la nación supiera de él, tanto que en La Luciérnaga, de Caracol, lo mencionan a diario y columnistas de la revista Semana y El Tiempo lo incluyen en sus notas, y El Universal le sugirió renunciar. Además, en RCN fue objeto de un documental. Lo presentan como el legislador que luego de ingerir licor y escudarse en que mancillaron su dignidad, se negó a colaborar con las autoridades. Lo recriminan por su actuar y algunos le exigen renunciar.
Todo por resistirse a que un policía le tomara una prueba de alcoholemia para confirmar o desvirtuar la sobriedad que alegó tener, en un retén en Barranquilla.
¿Por qué, sí estaba sobrio, se negó a cooperar con el policía? ¿Qué pretendía al identificarse como senador e insistir en que lo comunicaran con el oficial de mayor rango? ¿Será qué considera que por ser congresista está habilitado para incumplir las leyes? ¿Por qué se empeñó en desatender los cuestionamientos de la prensa? Estos interrogantes los plantearon los periodistas y los ciudadanos que conocieron la noticia por la difusión que hicieron no sólo los medios de comunicación, sino las redes sociales, en donde también le reprochan.
Muchos concluyen que a pesar de que las imágenes no muestren a Eduardo Merlano agrediendo a sus interlocutores, sí denotan su presión para eludir los efectos del operativo. Fue esto lo que despertó el enojo de la ciudadanía en su contra, que se incrementó, tanto por no explicar su comportamiento, como por saberse que la licencia de conducción la obtuvo de la noche a la mañana, proceder que implicó otra infracción, pues contradijo el deber de no discriminar y privilegiar a unos sobre otros.
No obstante concordar con aquellos que calificaron como pifia la conducta del senador y la reprocharon, no comparto las peticiones para que se le excluya de su partido, ni para que renuncie como congresista. No, porque no es Merlano el primero ni el único que tergiversa la misión de su dignidad, ni ignora o acomoda el orden jurídico para obtener un provecho para sí. La U, su partido, está lleno de ellos.
Además, tampoco serviría para escarmentar al resto de los que estiman que por ocupar un cargo o desempeñar una dignidad puede hacer lo que le plazca, aunque contraríe una prohibición, asumiéndolo con prepotencia o patanería.
Lo que hay que erradicar es el síndrome del poder para atropellar que se arraigó desde cuando legitimamos todo proceder encaminado a desaparecer a aquel que disintiera o que reclamara compostura de los que están en la cima. Eso, en realidad no es nuevo. Viene desde cuando se discutía si nos federalizábamos o nos centralizábamos. Pero ha recobrado vigor desde cuando entronizaron el articulito de Uribe en la Constitución.
Merlano debe contar con la oportunidad para reivindicarse, no sólo como ciudadano, sino como congresista, convirtiéndose en uno de esos que actúa y conceptúa respecto de la problemática que nos afecta, sobre todo ahora que la vigencia del TLC amenaza a Sucre con rezagarlo mucho más de lo que está. De esa forma también desvirtuaría la opinión de que carece de la habilidad para referirse a temas de interés común.

*Abogado y profesor universitario

noelatierra@hotmail.com

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