Columna


Movilidad en las ciudades

JORGE TIRADO NAVARRO

17 de agosto de 2011 12:00 AM

JORGE TIRADO NAVARRO

17 de agosto de 2011 12:00 AM

Durante los primeros cuatro meses del año, las ventas de vehículos en Colombia pasaron de 100.000 unidades, nunca antes alcanzadas en el país. El número de automóviles vendidos entre el 1 de enero y el 30 de abril de 2011 aumentó en un 52% en comparación con el mismo período de 2010.
“Econometría” estima que a finales del año, el número global de carros vendidos en Colombia llegará a 290.000. Lo anterior es señal de buen comportamiento de la economía pero también plantea un desafío enorme a la movilidad en las principales ciudades colombianas. Los trancones se han convertido en una amenaza para la calidad de vida de los colombianos que residen en las urbes. ¿Qué hacer frente a este problema creciente?
Debemos empezar por reconocer que la solución no está sólo en la construcción de nuevas vías, ni en la ampliación de las ya existentes. El mejoramiento de la malla vial podrá aliviar el problema, pero sólo durante el tiempo que le tome a los automóviles llenar los nuevos espacios construidos. Tampoco el “pico y placa” es una solución a largo plazo, porque este tipo de restricciones al uso del carro no mejora la infraestructura del transporte y sí incentiva a las familias a comprar un segundo y tercer vehículo, sobre todo cuando la medida coincide con el aumento de créditos para automóviles.
Edward Glauser (gurú de los centros urbanos), sostiene que a la gente debe permitírsele utilizar el carro pero también se le debe cobrar por ejercer esa opción. Es inevitable que los propietarios de vehículos tengan que pagar por el uso de las vías, dinero que serviría para la construcción y mantenimiento de la infraestructura vial. Si el problema del tráfico vehicular se agudiza, no debe descartarse la instalación de peajes dentro de las ciudades, cuyo recaudo podría destinarse a la financiación de autopistas por concesión que agilicen el flujo vehicular y mejoren la movilidad. Así como también es posible que los usuarios de los carros deban asumir los daños ambientales que sus automóviles generan, pues no es de extrañar que en un futuro deban pagar una tasa retributiva por la emisión de gases contaminantes del medio ambiente.
Los propietarios, al pagar por el deterioro de las vías y por la polución causada asumen los efectos perjudiciales que generan con sus máquinas: internalizan los costos directos e indirectos que tiene su medio de transporte. Sin embargo, encarecer el uso del carro sólo tiene sentido si se fortalecen los sistemas públicos de transporte. Para ello deben terminarse e implementarse los buses articulados tipo “Transmilenio”, promover ferrocarriles que conecten los centros urbanos, construir ciclorrutas y explorar la posibilidad de líneas de metro en las principales ciudades.
Otra medida ingeniosa es que los planes de ordenamiento territorial (POT) incentiven áreas en las que confluyan sitios de vivienda, trabajo y placer, que permitan a los ciudadanos cambiar de actividad caminando o andando en bicicleta, sin que se vean obligados a recorridos extensos en su carro particular.
Sorprende que la movilidad esté ausente del debate electoral cuando los ciudadanos cada vez emplean mayor tiempo transportándose, en detrimento de su calidad de vida y la de sus familias.

*Abogado y Filósofo

tiradojorge@hotmail.com

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