Columna


Muchos Pobres

RUDOLF HOMMES

25 de septiembre de 2011 12:00 AM

RUDOLF HOMMES

25 de septiembre de 2011 12:00 AM

Llama la atención que la polémica por las declaraciones del Vicepresidente sobre la medición de la pobreza desviara la atención hacia la metodología, sin destacar que en los últimos ocho años se redujo el número de personas en extrema pobreza, o que a pesar de ese esfuerzo e independientemente de la metodología, aún hay demasiadas personas en esa condición precaria (el 12,3 por ciento de los colombianos si se usa la nueva metodología, y 14,76 por ciento con la antigua).
Para llegar a esas cifras se calcula el ingreso para adquirir una canasta de alimentos individual con las calorías y los elementos nutritivos que recomiendan la FAO y el Instituto de Bienestar Familiar como mínimos. Las personas con ingresos inferiores al calculado, $87,670 en las principales ciudades y $83,581 en promedio, las que se considera que viven en extrema pobreza. El Vicepresidente opina que este ingreso es muy bajo y que subestima el número de personas en esa condición.
Es una opinión respetable pero minusvalora un trabajo serio de un equipo técnico compuesto en su mayoría por jóvenes a quienes les duele el país tanto o más que a Garzón, están comprometidos con el objetivo de acabar con la pobreza extrema en Colombia, y proponen una media que refleja correctamente una situación indeseable y precaria, como la de vivir con tan pocos ingresos, que escasamente alcanzan para consumir los alimentos mínimos para sobrevivir. La medida no es perfecta pero es suficientemente buena para lo que se utiliza: monitorear año tras año el resultado de las políticas que supuestamente se adoptan para erradicar la pobreza extrema.
Me atrevería a preguntarle al Vice y a los medios que le han hecho eco y que se han divertido tanto burlándose de los técnicos del DNP, si no sería un logro maravilloso que al final de otros ocho años, en 2018, no hubiera ninguna persona en nuestro país con ingresos inferiores a los que le permitirían comprar la canasta mínima que recomiendan los expertos.
Eso no significaría que se habría acabado la pobreza pero sí una de sus manifestaciones más extremas y más repudiables. El conocido economista Amartia Sen ha logrado que el mundo entero acepte que las causas de las hambrunas son políticas. Es hora de reconocer que la pobreza extrema no se puede tolerar y que la principal razón para que subsista es la incapacidad, la corrupción o la inconsciencia de los dirigentes.
Si Garzón y sus corifeos en los medios de comunicación sienten tanta empatía por los pobres como han manifestado, su deber es tratar de orientar las políticas para que en diez, máximo quince años, no quede nadie en Colombia en pobreza extrema. Si quieren alcanzar este objetivo con otra medida que incluya un mayor número de gente en esa condición, deben tener en cuenta que ya es enorme el esfuerzo de sacar a cinco o seis millones de personas de la pobreza extrema como la define el DNP
Hernando José Gómez le dijo al diario El Tiempo recientemente que el Gobierno se propone disminuir el número de pobres en dos millones en esta administración. Con ese ritmo, si el esfuerzo favorece a los más pobres, se podría acabar con la pobreza extrema en 2020. Este debería ser el  propósito nacional prioritario. 

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