Columna


No nos dejemos quitar el centro

RUDOLF HOMMES

08 de julio de 2012 12:00 AM

RUDOLF HOMMES

08 de julio de 2012 12:00 AM

Algo que llamó mucho la atención en el lanzamiento del autodenominado Frente Antiterrorista es que se definió como de oposición al gobierno, y se declaró de “centro centro”. Su posición inaugura otro episodio de “panflación” y traslada este fenómeno a la afiliación política. La “panflación” es una tendencia a desfigurar la realidad que contribuye a deteriorar todo, desde las tallas de vestidos de mujer hasta las calificaciones de la universidad.
La revista The Economist (abril 7 de 2012) dice que las tallas para mujeres han ido devaluándose a medida que avanza la edad de las consumidoras. La talla 10 europea que hace 35 años era para mujeres con cinturas de 60 cm. hoy es para matroncitas de 75 cm. que están felices de seguir comprando la misma talla. La gente ya no viaja en clase económica sino en clase “voyager” o “world traveller” (el Economist conceptúa que más bien deberían haberla llamado Clase Sardina) y no duerme en habitaciones corrientes o sencillas en los hoteles sino en cuartos “deluxe” (los mismas corrientes, pero caros).
Las directivas del Frente Antiterrorista deben haber pensado que si se autoposicionan en el centro nos desplazan a los demás hacia la izquierda, desaparecen el radar a la derecha y a su brazo armado, y se quedan con las mayorías que en Colombia han sido tradicionalmente de centro centro.
Brillante idea, pero el centro ya está ocupado y los que estamos ahí no nos vamos a retirar ni dejar que nos empujen a la izquierda por no estar de acuerdo con este autoproclamado frente de salvación nacional.
Aunque hay un amplio respeto y subsiste simpatía con el ex presidente Uribe, algunas de las ideas de sus alfiles están muy lejos de las del centro ideológico. Los colombianos de centro son urbanos y de clase media en su mayoría, de familias liberales o conservadoras moderadas, y son demócratas, individualistas y resaltan su libertad y su autonomía para decidir. Respetan la autoridad y las instituciones, y en forma muy colombiana acatan la mayoría de las leyes la mayoría del tiempo. Simpatizan y admiran a las fuerzas militares, aunque no las quieren deliberantes, en política ni cometiendo actos criminales. Quieren derrotar a la guerrilla y favorecen los diálogos, pero son escépticos sobre llegar a un acuerdo.
Las diferencias con la derecha son sutiles pero profundas. Contrario a lo que pretende el Frente Antiterrorista, los colombianos de centro y centro izquierda les tememos a los caudillos o las Juanas de Arco. Cuando la Corte Constitucional impidió un tercer período de Uribe alguien decía no haber sentido tanta felicidad desde que tumbaron a Rojas Pinilla.
En el centro centro se respeta la Constitución, el debido proceso y los derechos civiles y humanos. La seguridad es prioridad pero no a cualquier costo. El amiguismo, la concesión de beneficios a dedo, la arbitrariedad, la politiquería y la corrupción son mal vistos. La mayoría quiere el fuero militar pero no las desapariciones, falsos positivos o relaciones peligrosas entre miembros de la fuerza pública y los paramilitares o las bandas criminales. Hay un amplio sentido de justicia social y disposición a perdonar.
En el centro opera la democracia y como el Frente Antiterrorista quiere salir a pescar con dinamita, mejor se ubica a la derecha.

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