Columna


No podemos vivir sin los otros

ADOLFO GÓMEZ AGÁMEZ

22 de julio de 2011 12:00 AM

ADOLFO GÓMEZ AGÁMEZ

22 de julio de 2011 12:00 AM

Hay algunos autores que venden la idea de la “incomunicación” y creo que se traduce como una queja por falta de comunidad.Es conveniente comenzar este artículo, no defendiéndonos sino aclarando en forma DIÁFANA al FISCAL lector, que nuestra columna nunca pretende ser CIENTÍFICA porque no es el campo indicado para hacerlo y desde un principio en forma corriente,  estamos haciendo educación dermatológica continuada para lectores no médicos y no pensando en sabios, porque, me pregunto, ¿qué entendería un lector normal si en mi columna hablo sobre Citoquinas o sobre Antígenos de histocompatibilidad o de Anticuerpo Antinucleares, etc.?, estoy seguro que no la entenderían, incluyendo a nuestro diáfano y fiscal censurador.
Dice Sabater, que siendo como somos, en cuanto humanos frutos del contagio social, resulta a primera vista sorprendente que soportemos nuestra sociabilidad con tanto desasosiego. No seríamos lo que somos SIN los otros, pero, nos cuesta ser CON los otros.
Cuando leí la frase “La convivencia social nunca resulta indolora”,  sentí un nudo en la garganta porque para todo, hasta para las cosas más simples, se cumple esta verdad.
Y probablemente se deba porque es precisamente demasiado importante para nosotros, porque esperamos o tememos demasiado de ella, porque nos fastidia necesitarla tanto.
Cuantas veces Ud. como Yo, nos hemos creído ser  dios y desde niño tenemos el seno materno (hoy en forma de biberón porque las señoras no quieren que se les caigan las mamas) para calmar el hambre o nos encontramos con esas manos cariñosas que nos secan las lagrimas cuando lloramos.
Pero nuestro reinado se va acabando cuando nos percatamos que nuestra voluntad no es la misma de quienes nos cuidan y que por consiguiente no siempre hacen lo que nosotros queremos.
Nos dice Sabater, en sus partes, que  la filosofía (Él es filosofo y por eso lo dice) y la literatura contemporánea abunda en lamentos sobre la carga que nos impone vivir en sociedad, las frustraciones que acarrea nuestra condición social y los preservativos que podemos utilizar para padecerlas lo menos posible.
Los que deseen pueden leer también el drama de Jean Paúl Sartre “A Puerta Cerrada” en el que acuñó  más de mil veces la sentencia: “El infiernos son los demás”. Según eso, el paraíso sería la soledad o el aislamiento.
Hay algunos autores que venden la idea de la “incomunicación” y creo que se traduce como una queja por falta de comunidad.
Yo pienso que el hombre no tiene razón de ser, sino trasciende hacia el otro y no rompe la barrera que nos separa, la de la incomunicación, la única que destruye el Amor, esa misma que destruyeron los primeros Cristianos y que condujo a que los demás exclamaran “Mirad como se aman”. 
No podemos dejar que el individualismo moderno nos catequice y sigamos destruyendo la común unión, que se traduce en comunión y por consiguiente en comunidad, mientras repitamos con Sabater, “Si queremos vivir, vivamos con y nunca sin los otros” y esta es la respuesta al fiscal lector, porque, yo escribo para educar en forma continua sobre enfermedades de la piel, la cual arropa a las enfermedades sui generis y a la estética  y para  que quienes la lean, la  entiendan y no se confundan, porque esa es la razón de ser mi humilde columna.

 

*Dermatólogo

 

a_gomezagamez@hotmail.com

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS