Columna


Obama y la crisis

ALFREDO GARCÍA DE ZUBIRÍA

18 de septiembre de 2011 12:00 AM

ALFREDO GARCÍA DE ZUBIRÍA

18 de septiembre de 2011 12:00 AM

Tengo por probable que lo que subyace en las actitudes del partido republicano y de muchos demócratas, es el fracaso de la siembra de expectativas del presidente Obama en su campaña presidencial. 
En su libro La Audacia de la Esperanza, dejó entrever qué hacer para volver a los EE.UU. más competitivo y desarrollar el pacto de una nueva sociedad. Su plan: invertir más en educación, mejora del salario mínimo, y un plan de salud de alta calidad que empezara por la prevención, como hacer que los pacientes controlen sus dietas, hagan ejercicios, o se tomen sus medicinas.
Él mismo se preguntó ¿cómo hacemos para pagarlo? Y se respondió después de explicar lo grave que era el déficit fiscal del país, “podemos volver a poner en vigor una ley que existió durante la presidencia de Clinton-llamada Paygo- que prohíbe que salga dinero del tesoro federal, como nuevos gastos o de bajas de impuestos, sin compensar de algún modo esos fondos que se pierden con nuevos ingresos o recortes de gasto”.
Ahora, ante la realidad del poder, usa su impresionante inteligencia verbal para argumentar y convencer que hay que hacer lo contrario de la propuesta del modelo Clinton. Ir de Friedman a Keynes.
El problema, hasta hora insoluble, tiene visiones diferentes que no logran un consenso, sacar a los EE.UU. de la crisis. No es de poca importancia, pues la incertidumbre del futuro es tal que a partir de ahora, puede empezar el declive de un país cuyos padres fundadores visionaran como el país que es y lo hicieron con tanta fe que consideraron que era un “destino manifiesto”.
La duda del porvenir corre por los cerebros de los habitantes de este planeta, por la imposibilidad de probar, desde antes del hecho, la validez de que gastar 447.000 millones de dólares, aumentando el déficit fiscal ya insostenible, disminuirá el desempleo y reactivará la economía, receta keynesiana que, tal vez, puede no ser la adecuada ahora.
Actuar con esos agravantes, es haber llegado a un callejón sin salida o, más bien, a una salida tan estrecha que el vestido quedará hecho jirones y la piel desollada. Además, la reelección enmarañada.
Aferrarse al razonamiento ilusorio de que pueden emitir, hasta el fin del tiempo, el dinero que quieran para satisfacer sus consumos, llevara a ese país a perder el papel de líder del mundo y agravar la crisis mundial.
Mientras tanto los chinos, con su proverbial temperamento enigmático, están a las puertas de ser la nueva potencia mundial. Alguien decía que el día que los chinos se pongan de acuerdo y salten todos al mismo tiempo el mundo temblara, y parece ser que el momento se acerca. Los dirigentes chinos han sido pragmáticos hasta el punto de que considerándose los guardianes del dogmatismo Marxista-Leninista, se distanciaron de la antigua URSS, llamándolos revisionistas, cuando este último país inició un proceso de reformas al darse cuenta de que el sistema colapsaba.
Hoy  China no sólo se distanció de su anterior dogmatismo, sino que acepta al mercado como el mejor regulador de los recursos nacionales, por una sencilla razón: no importa que el gato sea blanco o negro lo importante es que cace ratones.

*Economista

algaz@costa.net.co

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS