Columna


Ojo al llano

FRANCISCO SANTOS CALDERÓN

07 de julio de 2012 12:00 AM

FRANCISCO SANTOS CALDERÓN

07 de julio de 2012 12:00 AM

Es mucho más que el tradicional llano. Es casi todo el oriente colombiano, donde se dan los grandes desarrollos agroindustriales y energéticos, el que sufre los mayores problemas de orden público en el país. Como aún esa región, desde el Putumayo hasta Arauca, es parte de la periferia nacional, por lo menos en el imaginario de las élites políticas bogotanas, no trasciende en los grandes medios y no tiene la atención debida del Gobierno nacional.
El gravísimo incidente de la empresa contratista de petróleos en el que murieron cinco civiles es apenas el último de los grandes hechos de violencia de esa región. Los cuatro funcionarios chinos secuestrados, el paro armado en Arauca o los buses quemados en el sur del Meta son otros ejemplos de un evidente deterioro del orden público en esta región fundamental para el desarrollo y la sanidad fiscal del país.
No es que volvimos a 2002. Eso es imposible, pues el debilitamiento de los grupos terroristas durante la era Uribe fue estructural. Pero como lo dijo él mismo "las culebras siguen vivas". Y se adaptaron y aprovecharon los descuidos y los nuevos negocios para financiar su terrorismo.
En Arauca el Eln, con el control del contrabando de la gasolina, se reforzó tremendamente. Resultado: el paro armado allí. El auge del negocio de la coca, en especial en esa franja de 10 kilómetros en la frontera con el Ecuador, alimenta el terror de las Farc. Resultado: la operación que deja 5 civiles muertos. Las bandas criminales y las Farc crecen con el negocio de la gasolina en Norte de Santander y la Guajira. Resultado: 12 militares muertos abajo de Maicao y Cúcuta, y el Catatumbo con graves índices de violencia.
Lo de la coca es grave. El último informe del Simci de Naciones Unidas, que mide cultivos, y que el Gobierno engavetó, prende alarmas. El Putumayo de nuevo se pierde, la resiembra y los cultivos mayores a 20 hectáreas crecen, las fronteras y las zonas de influencia de las Farc (Guaviare, Putumayo y Nariño) son el nuevo escenario de producción y consolidación del negocio de la coca y la batalla contra esa gasolina del conflicto se pierde en esas zonas.
El Presidente Santos plantea la crítica a la inseguridad como un daño al país. No es así. Si escuchara más, se conectara con las regiones e hiciera más micromanejo del orden público, sabría lo que sucede en el país y tomaría los correctivos. Tapar el sol con las manos o con los exitosos golpes a las organizaciones criminales y terroristas, que todos le reconocemos, es equivocarse de manera grave.
Para ser justos, el Gobierno recibió varios problemas de orden público no resueltos. El mismo Álvaro Uribe lo reconocía. Pero dejó un paciente enfermo en gran parte del cuerpo. Lo grave es que donde aún se combatía la enfermedad, esta toma fuerza, y nos preocupa. De eso se trata este debate.
Hace unos años este Gobierno maltrató a una gobernadora por criticar el manejo del orden público. Ahora la culpa es de Uribe y sus seguidores. ¿No va siendo hora de que el presidente Santos se dé cuenta de que el problema está en otro lado y deje de buscar el muerto río arriba?

fsantosrcn@hotmail.com

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