Columna


Pedro Navaja Vs. educación

LIDIA CORCIONE CRESCINI

21 de febrero de 2012 12:00 AM

LIDIA CORCIONE CRESCINI

21 de febrero de 2012 12:00 AM

Por supuesto que todos gritamos a voz en cuello: ¡Seguridad! Es un clamor al unísono por todos los rincones de la ciudad. “Queremos que Cartagena sea la ciudad más segura del país”, dijo Campo Elías Terán. Antes de hablar de estaciones de policía para los barrios el Pozón y Nelson Mandela, que son urgentes en esta ciudad convertida en un caos de inseguridad, intolerancia e ineficacia, debemos tener en cuenta la condición humana y preguntarnos por qué son pan de cada día los atracos y muertes a mano armada, dejando lamentaciones de las familias y familiares que cargan con la estela de llorar en la tumba a un ser querido, víctima quizá del vacío social: desubicación, indiferencia, falta de educación, trabajo y antes que nada escasez e inercia en el afecto y amor por parte de sus padres. ¿Qué no nos concierne? ¡Claro que sí!, a todos porque en el efecto dominó cada persona es causa y consecuencia de su contexto.
Centros y programas liderados por psicólogos y psiquiatras, espacios físicos para llevar a los niños y jóvenes a que se desarrollen como personas útiles acorde con su edad: canchas, academias para descubrir e impulsar talentos en baile, actuación, canto, cocina, escritura, es más beneficioso que ir por las calles con megáfono, invitando a los padres de familia para que matriculen gratuitamente a sus hijos en los colegios públicos. Si a la enseñanza para erradicar el analfabetismo no la acompaña el núcleo familiar para el desarrollo equilibrado del menor, la apatía y deserción hacia las escuelas y colegios cada vez será mayor. Si un infante sólo recibe palabras demoledoras y despectivas, si en su día a día, en vez de estímulos recibe sentencias verbales y físicas, nuestro instinto feroz ejerce mayor poder y al final aflora el monstruo.
¿A qué edad empieza un ser humano a pensar en asociarse a una pandilla? ¿Por qué lo hace? ¿Nos hemos puesto a pensar en eso? Cada vez más, estos grupos que se asesinan entre ellos mismos crecen y crecen, deseando ser “aceptados y reconocidos de alguna manera entre ellos mismos”.
La delincuencia común se empodera de Cartagena. La Fuerza Pública, los refuerzos traídos a la ciudad, no alcanzan.
En días pasados, a uno de mis ex alumnos que estudia Diseño gráfico, le tocó tomar unas fotos para un trabajo y en plena tarde, a la luz del sol radiante, en la esquina del Decamerón en Bocagrande, un sujeto con pistola lo acorraló y robó la cámara fotográfica que ni siquiera era del estudiante. Se quedó sin cámara, endeudado y sin poder hacer el trabajo, pues una vez más la delincuencia ejerce poder y castra olímpicamente a las personas.
Y ¿qué decir de las muertes por atracos en buses, busetas, esquinas, etc.?
“Pedro Navaja, matón de esquina, quien a yerro mata a yerro termina”, falso de toda falsedad. Inocentes asumen la venganza de un “Estado social de derecho”, que se deja vencer por la politiquería y corrupción, dejando de lado el verdadero fin social de un pueblo que necesita ser tratado con mejor inversión social para cubrir las necesidades primarias a las que todos tenemos derecho.

Te invito a visitarme en
www.lidiacorcione.blogspot.com

*Abogada, escritora y docente en Filosofía CBC.

licorcione@gmail.com

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