Columna


Pensando a Einstein

MIGUEL YANCES PEÑA

05 de noviembre de 2012 12:00 AM

MIGUEL YANCES PEÑA

05 de noviembre de 2012 12:00 AM


El universo está en continuo movimiento y transformación. Si algo nos parece inmóvil es porque se mueve a nuestra misma velocidad, o porque su movimiento y/o transformación son muy lentos para ser percibidos por nosotros. Los muebles de una casa, por ejemplo, a pesar de estar moviéndose con la tierra, igual que nosotros, nos parecen estáticos; y sólo percibimos su movimiento con relación al nuestro, o el nuestro con relación al de ellos: en otras palabras, medimos velocidades relativas.
Por otro lado el tiempo es la medida del cambio o movimiento de la materia y la energía. Si todo fuera estático e inmutable, el tiempo no existiría. El tiempo (diferenciándolo de su medición) transcurre solamente en la medida que el universo cambia. Y para quienes se mueven (o mutan) muy rápidamente, los que lo hacen con mas lentitud se perciben como estáticos e inmutables. Para una persona que envejece muy rápidamente, por ejemplo, los demás se mantienen jóvenes; y para quien viaja a una gran velocidad, los demás están quietos.
No obstante yo no encuentro como vincular estos conceptos: velocidad de desplazamiento con el envejecimiento (paso del tiempo), como se muestra para tratar de explicar la teoría de la relatividad.
Se dice que una persona que viaja a la velocidad de la luz (sólo posible de imaginar, porque según E=mc2 a esa velocidad seríamos energía y no cuerpo material) no envejece. No obstante el envejecimiento es biológico, depende del transcurso del tiempo, no de la velocidad del movimiento. Y salvo por ser energía (reduzcamos un poco la velocidad para evitarlo) debería envejecer igual que quien no se mueve.
Igualmente se dice que la velocidad de la luz es una constante universal (300 mil kms/seg en el vacío) que no depende del observador. Un absurdo porque si al observador le fuera permitido moverse a la velocidad de la luz, la vería quieta, y todo sería para él oscuridad o luminosidad, dependiendo si va delante o detrás de ella.
Ese concepto aceptado científicamente, me atrevo a aseverar, es el resultado de la imposibilidad que existe de que la velocidad del observador sea lo suficientemente alta para afectar la de la luz. No obstante se sabe que cuando dos objetos (o fenómenos) se mueven acercándose uno hacia el otro, o alejándose, la velocidad vista por cualquiera de ellos se suma a la del otro, de lo contario se restan. Para la luz no tendría porque ser diferente.
Otro de los aspectos misteriosos de la luz es su doble carácter de onda y partícula. Como onda es una perturbación con una magnitud, periodo y frecuencia que requeriría de un medio para propagarse; pero viaja a través del espacio estelar (el vacío) como lo hacen las partículas.
Se sabe que la luz es un caso especial de las ondas electromagnéticas que ocupan un amplio espectro de frecuencias (lo que las distingue), y del cual vale mencionar la energía eléctrica, las ondas de radio comunicaciones, la luz visible e invisible, y los rayos X, alfa y gama, entre otras. El símil de la energía eléctrica, que es mucho más que la corriente que utilizamos, puede ilustrar el caso que parece ser general de partículas con carga (electrones) que al desplazarse producen el campo electromagnético.

* Ing. Electrónico, MBA, pensionado Electricaribe

movilyances@gmail.com

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