Columna


Periodismo, libertad y respeto

CLAUDIA AYOLA ESCALLÓN

28 de octubre de 2010 12:00 AM

CLAUDIA AYOLA ESCALLÓN

28 de octubre de 2010 12:00 AM

El papel es un territorio sobre el que se parcela el poder. Escribir de manera independiente y libre puede tener un costo. En Colombia, no sólo se siembran minas en las tierras de los campesinos, también se minan los discursos. No hay palabras inocentes. Todas pueden ser susceptibles de una condena sin derecho a la defensa. Hacer periodismo en nuestro país, es una tarea de locos o tontos. La pólvora revienta sobre las ideas y el silencio se volvió la defensa para aquellos que quieren vivir. Según la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), durante el año 2010 hubo 111 periodistas víctimas de violencia, la mayoría mediante amenazas, obstrucción al trabajo periodístico y trato degradante. En el año 2009 asesinaron a José Averardo Aguilar, periodista de Radio Súper, en Cauca. En el 2010 se reportó el asesinato de Clodomiro Castilla Ospino, director de la revista El Pulso del Tiempo, de Montería. Desde el año pasado se notó un aumento dramático en la cantidad de periodistas víctimas de obstrucción al trabajo periodístico. Hasta ahora, 16 casos guardan relación con las interceptaciones y seguimientos ilegales por parte del DAS, agencia adscrita a la Presidencia de la República. La Fiscalía evidenció que se llegaron a diseñar manuales para amenazar, como ocurrió con las interceptaciones de la periodista Claudia Julieta Duque, corresponsal de Radio Nizkor. La amenaza es una de las formas más frecuentes de coartar la libertad, y los casos pueden ser más frecuentes que los documentados, pues algunas víctimas prefieren abstenerse de denunciar. Colombia es el país latinoamericano con más agresiones a periodistas por razones de su oficio. Estos ataques constituyen una lanza en el corazón de la libertad de expresión, que se traduce en un ataque al derecho de estar informados que tienen los ciudadanos. El Estado tiene un papel fundamental en las condiciones que garantizan la libertad de prensa, principio imperativo de una democracia. La diligencia de las autoridades en las investigaciones y los programas de protección a periodistas, son unas de las estrategias necesarias. El artículo 73 de la Constitución Nacional se pronuncia al respecto, así: “la actividad periodística gozará de protección para garantizar su libertad e independencia profesional”. Sin embargo, la sociedad civil tiene toda la fuerza para exigir el respeto por la libertad de prensa. El repudio social debe ser contundente sobre cualquier atentado contra estos derechos. Ya Albert Camus lo decía, “Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad la prensa no será otra cosa sino mala”. Los múltiples pronunciamientos de rechazo respecto a la amenaza en mi contra, son una muestra de que nuestra sociedad se transforma y que más allá de nuestros desacuerdos, le apostamos a la libertad y al respeto. Aquel que se oculta detrás del anonimato cobarde para sembrar el terror, debe sentir la fuerza de una sociedad civil que repudia la violencia y ama la vida. *Psicóloga claudiaayola@hotmail.com

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