Columna


Periodismo otro

MARTHA AMOR OLAYA

20 de junio de 2011 12:00 AM

MARTHA AMOR OLAYA

20 de junio de 2011 12:00 AM

La degradación de los medios de comunicación en Colombia está llegando a límites insospechados. El orgullo que en otrora causaban los contenidos de la programación colombiana en televisión y radio, se ha convertido en vergüenza.
Pese a la calidad de profesionales que sigue produciendo el país, el sector está totalmente prostituido por las leyes de mercado e intereses de los grandes conglomerados.
Analizando nada más la sección “El patrullero de RCN” vemos como hemos pasado de un periodismo serio y crítico al circo melodramático del sensacionalismo. Cómo es posible que los televidentes nacionales tengamos que soportar a “periodistas shows” en motos o en helicóptero, repitiendo todos los días lo mismo, mostrando “noticias” donde no las hay e imágenes de una Bogotá que no nos dice nada.
Los eternos minutos que dedican a las “frías” vías de Bogotá o a las imprudencias que cometen tanto conductores como peatones capitalinos, no son compensados con las notas de la patrullera nacional para “descentralizar” el recorrido motorizado, dado el poco o nulo conocimiento que la periodista tiene de la ciudad que registra.
Antes de congraciarse con el resto del país condenan al televidente, ávido de denuncias y noticias, a ver trancones que no son de nuestra incumbencia presentados por una “parrillera” disfrazada de motociclista.
Si bien podría resultar útil una guía de tráfico televisada que indique rutinariamente las congestiones y las transgresiones de la norma para ayudar, orientar y reeducar al ciudadano, no debería ser en los noticieros nacionales que además dedican la mayor parte del tiempo a un par de deportes (ojalá fueran todos) y a la farándula, descuidando así su verdadera naturaleza.
El espacio ideal para una guía de tránsito son los canales locales. De allí es la idea originaria del “patrullero”, pero por su éxito de sintonía, fue copiada por el canal RCN, sin contemplar que las finalidades del servicio de uno u otro canal son distintas.
Cada medio es clasificado de acuerdo a las orientaciones y fines del servicio, respondiendo a las necesidades de comunicación del país, región o ciudad.
Pero todo sea por “ley del mercado”. En la radio es lo mismo. El argumento de los locutores radiales para defenderse de las críticas por su vocabulario y trato a los oyentes, es que vende, demostrando así la falta de ética de los profesionales de la comunicación que no contemplan que también tienen responsabilidad en la de-formación de las audiencias.
Está demostrada la gran influencia que ejercen los medios sobre las personas, sociedades y naciones, y cuando no hay opciones sino de consumir tanta mediocridad, poco a poco convierten a su público en unos mediocres más.
Ahora, el periodista resulta muchas veces víctima de un sistema de “negocio” y de su necesidad de emplearse, por lo que urge fundar nuevos medios de comunicación realmente independientes.
Sin embargo, en medio de todo nos llena de esperanza que en la Universidad de Cartagena se formen los mejores comunicadores del país, porque nos permite soñar con un periodismo otro, ya que, por ser una institución pública supone unos profesionales cuyas lógicas subyacentes se cimentan en hacer prevalecer el interés colectivo del individual, algo que a nuestros medios de hoy parece habérseles olvidado.

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