Columna


Personas y empresas, siglo XXI

ORLANDO DEL RÍO PÁJARO

30 de septiembre de 2011 12:00 AM

ORLANDO DEL RÍO PÁJARO

30 de septiembre de 2011 12:00 AM

¿Estamos ante empresas mecanicistas o biológicas (empresas que aprenden)?
Al inicio de la Revolución Industrial una concepción mecanicista de las organizaciones era saludable para el logro de sus objetivos; entonces, se dejó de plano cualquier criterio humano de la organización, no se consideró que quienes trabajaban eran personas con ne-cesidades, con sentimientos, con emociones, con sueños, con capacidades y con ganas de realizar y tener un sentido en sus vidas.En ese tiempo, se administró con base en personas a las cuales no se les podía dar nin-guna responsabilidad, el trabajador solo hacía una parte del proceso productivo…;repetía y repetía, no conocía nada de las demás activi-dades que se requerían para terminar el pro-ducto u ofrecer un servicio.
Por si fuera poco, no existía participación en la toma de decisiones, el control y supervi-sión debían ser milimétricos, la iniciativa no se requería, había que aceptar las órdenes, y las personas se consideraban flojas, irrespon-sables, sin compromiso ni iniciativa.
En nuestro medio, apenas trasciende la manifestación que busca transformar radi-calmente el estilo de administrar y organizar  a las empresas, incorporando como núcleo básico de su quehacer personas con atributos diferentes a los asimilados como “normales” en la sociedad industrial en la surge la empre-sa.
Hoy más que nunca se debe buscar en las organizaciones la importancia del hombre adentro de éstas. Hay que rescatar lo impor-tante de dinamizar y desarrollar a la persona como fundamento de toda actividad institu-cional. No se debe desconocer que en este si-glo XXI es cuando se manifiesta la necesidad del “ser” integral en contraposición con el pensamiento de la sociedad industrial en los siglos XIX y XX, cuando primó sólo “el ho-mo economicus”.
Según la teoría de McGregor, los admi-nistradores manejan las organizaciones de acuerdo a las ideas que tienen acerca de la naturaleza de sus miembros y, como las pro-fecías, que se cumplen a sí mismas, los miembros de las organizaciones se comportan como los administradores esperan que se comporten. Si los administradores creen que los miembros de las organizaciones son pere-zosos, los tratan como si lo fueran, y los miembros se comportan perezosamente. En cambio, si creen que son laboriosos los tratan como si lo fueran y los miembros se com-portan de acuerdo a esa expectativa.
Incorporar una visión positiva de la per-sona en las organizaciones, tiene que trascen-der en desarrollar estructuras organizacionales muy diferentes a las que hoy seguimos ma-nejando como estructuras ideales con miras a conseguir los objetivos empresariales.
Los principios fundamentales de McGre-gor son: no pueden estudiarse y estructurarse adecuadamente las organizaciones, sin tener en cuenta a sus miembros, sus motivaciones, las relaciones y las normas informales que se crean, los diferentes tipos de liderazgo, etc. Las organizaciones se desarrollan si sus miembros se desarrollan. Hay que buscar la convergencia entre los objetivos de las organi-zaciones y los objetivos de sus miembros.
Por mucho que se hable de empresas del conocimiento, en pleno siglo XXI aún per-sisten los criterios de las primeras empresas. ¿Será que en el siglo XXI, en las empresas del conocimiento, de la información, de la terce-ra ola se superarán todas esas manifestaciones hacia la persona?

*Profesor UTB

odelrio@unitecnologica.edu.co

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