Columna


Pinedo, balance de una esperanza

SERGIO ALFONSO LONDOÑO ZUREK

28 de diciembre de 2011 12:00 AM

SERGIO ALFONSO LONDOÑO ZUREK

28 de diciembre de 2011 12:00 AM

¿Nos equivocamos en 2008? Firmemente creo que no, no nos equivocamos como ciudadanos al escoger a Judith Pinedo como alcaldesa de Cartagena. En su momento fue la mejor opción, fruto de una alianza ciudadana y política llamada a cambiar el rumbo de la ciudad.
En primer lugar resaltemos la juiciosa labor de saneamiento fiscal del Distrito, atribuible a una política ordenada de recaudo de impuestos y transparencia en el manejo de lo público. Innegables son, en segundo lugar, los avances en educación materializados por tener un norte claro. Obras, como la restauración de teatros, el mejoramiento de la malla vial, la provisión de servicios públicos y la reconstrucción del Parque Centenario y Puerto Duro entre otras, serán un legado importante. Sin duda el Gobierno Distrital y sus empleados son más profesionales y con mejor formación, capacitados para manejar la burocracia de una ciudad compleja.
Aún así, desde el primer día de gestión, la Alcaldesa tendió un tejido ideológico que creo yo, segregó políticamente a una parte honesta de la población cartagenera. La Alcaldesa quiso borrar en 3 años la historia de la ciudad, que si bien ha estado llena de exclusión y desigualdad, no puede desconocerse. Uno no puede querer generar mejores condiciones de vida para toda la población, negando el rol específico que cumplen en la sociedad cada uno de sus estamentos. Repitió entonces un error garrafal de la historia política y social de Cartagena de Indias.
Desconoció también desde el primer día la importancia de sí misma como portadora de una antorcha de esperanza y se olvidó de que esta antorcha debía ser nutrida y cultivada para garantizar continuidad de elecciones limpias y gobernabilidad transparente en años venideros. Su elección implicaba que los ciudadanos esperaban soluciones y un gobierno que escuchara las necesidades de una ciudad que jamás había sido gobernada por alguien como ella. A Judith se le olvidó oírnos y atendernos, se sumió la Aduana en silencio y empezaron a crecer rumores maltrechos e injustificados de la Alcaldesa. Más importante aún, Judith no pasó la antorcha, no nos dio a sus gobernados pruebas inequívocas de lo que significaba para la ciudad haber votado a consciencia, con hambre e inundados. La gente olvidó que el voto es sagrado y que la política no es sinónimo de corrupción. La esperanza se marchitó en largas esperas por una audiencia y en sucesivas voces que nunca se oyeron.
En fin, la alcaldía de la Mariamulata no fracasó, lo que se hundió fue el sueño de Por Una Sola Cartagena, eso nunca pasó. No tiene sentido crear un movimiento que no aguante un gobierno y que se dispersen los votos cuando a cada uno de ellos se les desvanece la esperanza.
La ciudad necesita aprender a ser competitiva, a proveer seguridad, salud, educación y movilidad a sus habitantes, a superar la desigualdad mancomunadamente, y aprender a ser la capital de toda la cuenca del Caribe, ese fue nuestro propósito fundacional y para eso contamos con esta ubicación geográfica privilegiada.
Apostarle a construir una sola Cartagena vale la pena. Aunque este haya sido un intento fallido, la ciudad no puede ser inferior a su historia y a sus obligaciones.

sergio.londonozurek@gmail.com

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