Así titula El Universal un Editorial pasado que finaliza, después de enlistar como signo de buena fortuna algunas de las varias obras en ejecución en Cartagena, sugiriendo una nueva manera de comunicar a Cartagena con sus vecinos.
No comparto la idea de pretender ocultar una falta de planeación, de la cual la ciudad siempre ha sufrido, proponiendo pavimentar nuevos caminos integradores con la provincia, omitiendo decir que los de hoy son suficientes si estuvieran en buenas condiciones y que el tráfico interno lo dificulta la falta de vías y por estar las existentes, en su mayoría, inutilizables.
El problema de Cartagena no es con la provincia que le aporta trabajo y le suministra los alimentos básicos. Radica en que no ha reconocido que la localización de la Terminal de Transporte no obedeció a una planeación estratégica al no considerar que, por vía terrestre, es por el sur por donde le llega la mayoría de la carga y los visitantes frecuentes, error que podría mitigarse si las vías que la alimentan fueran suficientes y estuvieran en buen estado.
Aunque el tiempo está en contra de todos, construir una Central de Transporte Satélite en donde debió estar la actual, es la solución, pero exigirle a la Provincia que asuma su costo, es un acto de inequidad, pues al beneficiado es a quien corresponde facilitar los medios. Cartagena, ciudad vanidosa que supone tener todo y merecerlo todo, inconscientemente ahuyenta su integración necesaria con la Provincia.
Interesante fuera que El Universal recordara que un ordenamiento interno inteligente, resultado de un planeamiento con visión de ciudad, debería ser la razón única que justifique la ejecución de sus obras. En mi opinión, rechazar un nuevo aeropuerto es falta de visión, construir el Túnel de Crespo un despilfarro, la lentitud en la construcción de la doble calzada a Turbaco una indolencia, la morosidad en la construcción de Transcaribe una afrenta, quitarle la prioridad a la movilidad por vía acuática una insensatez, olvidar la importancia de la Quinta Avenida de Manga una negligencia, permitir que se llame vía Perimetral al pedacito de “montaña rusa” que existe es una ingenuidad, etc., etc.
El aforismo “Cartagena ciudad preferida de propios y extraños” no es más que un eufemismo para quienes la transitamos a diario, pues cualquier desprevenido bien puede observar que su desarrollo como turística le quedó grande a su dirigencia y que, al parecer, quienes la reemplazarán sufren de inmediatez emocional y síndrome de figuración. Lo demuestra el colectivo de obras que proponen sin empezar por el principio, ni pensar en lo prioritario.
La prensa escrita tiene la gran responsabilidad de servir de guía, no sugiriendo pavimentar caminos que pocos utilizan, sino proponiendo soluciones y exigiendo acciones que atiendan necesidades apremiantes, como lo es la urgencia de hacer que la ciudad reciba agradecida la presencia de sus visitantes, más si son vecinos, sin golpearlos ni dejarlos en la mitad del camino y menos obligándolos a pagar facilidades de ingreso.
¿Cuándo será que Cartagena ordena debidamente sus necesidades? Sólo entonces podrá enlistar sus ilusiones.
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