Hace 3 días fui visitado por mi amigo “el pájaro”. Venía furioso, destilando ira por todo su plumaje.
Antes de continuar, quiero aclararles que al “pájaro”, le decimos pájaro cariñosamente, porque de nacimiento padece lo que se llama un “estrabismo divergente” en sus dos ojos. Significando que mientras uno de sus ojos mira para un lado, el otro enfoca la latitud opuesta. Quiero decir, como las aves, que para ver de frente deben situar su cara para un costado.
Aunque al “pájaro” no le molesta su tema y convive con ello con la mayor dignidad del mundo. En privado sí me reconoce que tiene cierta dificultad en conducir su motocicleta. Y es obvio, puesto que con semejante estrabismo y acostumbrado a usar sus lentes oscuros, era de esperar que la policía se la pase deteniéndolo bajo el delito de “manejo imprudente y distraído”. Pero “el pájaro”, con su tranquilidad habitual y para evitar la multa de rigor, se acostumbró a quitarse sus lentes para demostrarle a la autoridad y a la vida misma que, mirar de frente no siempre es garantía para mantenerse en el camino.
Aclarado lo anterior, les contaba que el “pájaro” me visitó en la casa para decirme que estaba muy preocupado por la “Bazurtización” de la ciudad, y que era imperativo que escribiera sobre ello. Me dijo: “Rumié, ¿será que los cartageneros se imaginan que las ciudades del mundo funcionan con el modelo de Bazurto? ¿Será que la gente se imagina que en los países desarrollados, donde igualmente tienen leyes que respetan el derecho al trabajo y el derecho de las minorías, permitan que cualquiera invada la vía y pongan en jaque el tránsito de la ciudad, y además arrodillen el proyecto de transporte público más ambicioso de nuestra historia, como es Transcaribe?”, me increpó.
“¿Y sabes una cosa?”, continuó: “Te lo digo porque igual me preocupa que estemos aplicando el mismo criterio de Bazurto con las playas de la ciudad. Fíjate, cuando por fin aparece un proyecto piloto bien intencionado para organizar las playas (nadie habla de privatizarlas), con más de 20 años que tenemos de sufrir quejas, desordenes, acosos y basuras, ahora resulta que no podemos continuarlo porque hay una sentencia de tutela de la Corte Constitucional que obliga a concertar con los pescadores afectados en la zona”.
Para ese instante lo interrumpo y le digo: “Pájaro, resume, que se me acaba el espacio de la columna”. Y me contesta, “Rumié, no estás viendo que se viene lo mismo de Bazurto, donde tenemos más de 20 años intentando solucionar el tema del solubús. En la playa será lo mismo. Lo que en principio constituye una medida sensata para proteger el derecho de una minoría, termina convirtiéndose en un lio de varios años donde seguro aparecerán pescadores desde Marbella hasta los confines remotos de Tumaco. ¿Y mientras tanto qué pasará con el millón de habitantes de Cartagena que se merecen unas playas dignas? ¿Ya concertaron con ellos? ¿Y ya concertaron también con los empresarios que vienen a la ciudad para invertir miles de millones de pesos para crear empleos formales, construir hoteles y traer turistas?”
“Rumié”, sentenció, “el pájaro”, “los pescadores de Marbella no son más de 15, porque los conozco a todos. Me pregunto, ¿cuántos serán hoy?”
* Empresario
jorgerumie@gmail.com
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