La encuestas de finales de esta semana tan solo reflejan de manera científica lo que los colombianos sentíamos en medio del estupor por esa farsa que fue la reforma de la justicia. Este episodio, que también muestra las falencias de una unidad nacional que nada debate salvo los puestos, deja muchos heridos y pocos ganadores.
De los perdedores ya se ha escrito hasta la saciedad. El Congreso, los partidos de la unidad nacional, el presidente Santos, las altas Cortes, algunos medios capitalinos y el unanimismo en general.
Pero pocos hablan de los ganadores en este episodio. A pesar de la soledad de sus críticas casi siempre desoídas se mantuvieron firmes contra la aplanadora mediática y burocrática del Gobierno, de tanto éxito en estos casi dos años de mandato. Como sucedió con el marco para la paz, unos pocos, casi los mismos, se opusieron, perdieron por knockout y ahora, como el ave fénix, resucitan. Los hechos les dieron la razón. Pocas veces se da en política un triunfo así de unas minorías apabulladas. Es una lección para los jóvenes políticos.
Gana sin duda el Polo Democrático, que sigue siendo un partido que actúa de manera colectiva y seria. Es el único con cohesión ideológica y tiene sin duda en Jorge Enrique Robledo el senador estrella del Congreso de la República. Este partido, que aún no se recobra del desastre de la alcaldía de los hermanos Moreno sigue siendo, con persistencia y tesón, una oposición necesaria y valiente. Puede uno no estar de acuerdo con sus posturas pero en medio de esta patria boba en la que andamos, y que ojalá se acabe, el Polo Democrático es lo único rescatable como partido en este Congreso.
Otro ganador sin duda es Germán Vargas Lleras. Fue el padre de la reforma. La creó, la impulsó, la negoció y la dejó casi lista. A la gente se le olvidó que es ministro de Vivienda hace apenas unos meses. Además, blindó con el acto legislativo del año pasado al Congreso para que votara esta reforma sin ningún temor, pues quedó en la Constitución que podían votar reformas constitucionales sin inhabilidades o conflicto de interés. Es decir que podían legislar en causa propia sin sanción alguna. Las encuestas ni lo tocan y queda como el hombre fuerte del Gobierno. El político teflón, habrá que decirle de acá en adelante. Vamos a ver cuánto le dura.
Y gana Asonal Judicial. Ante el vacío en las altas Cortes, que acabaron en un mar de incoherencias, inconsistencias y al final, de búsqueda de prebendas personales, esta organización sindical fue la única del aparato judicial que protestó a lo largo de este proceso.
Gana igualmente la sociedad civil. Protestó, armó un referendo en horas y al final obligó al Gobierno a reversar. Ganaron las redes sociales, que movieron a la opinión pública con rapidez e indignación.
Ganaron los parlamentarios Miguel Gómez y Juan Carlos Vélez, del partido de la U. No se dejaron tentar, vencer, intimidar y hoy son el bastión moral e ideológico de un partido y unos parlamentarios que se venden por un plato de lentejas.
En fin, hubo pocos ganadores y muchos perdedores, entre ellos esta maltrecha democracia que mostró su peor cara, de vergüenza mundial, la de la soberbia.
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