Columna


Por ahí es, Angelino

AP

24 de febrero de 2011 12:00 AM

CRISTO GARCÍA TAPIA

24 de febrero de 2011 12:00 AM

A uno lo eligen o lo nombran en un cargo, es para que funcione, mande y ejecute. Y en el caso de los cargos de elección popular, sí que es perentorio ejercer funciones y mostrar resultados en el encargo o mandato delegado por el constituyente primario o soberano.
Y todo, por la potísima razón de que a quien delega hay que mostrarle resultados concordantes con el imaginario de cuanto la elección que provocó iba encaminada a satisfacer un ideario político o doctrinario que necesariamente debe traducirse en acción, por lo general de índole social, en el colectivo que así lo concibió y ejecutó mediante el sufragio.
Nadie se hace elegir, a menos que se llame Poncho o María Isabel o Humberto, para pasar de agache, o conspirar, en el Congreso de la República o simplemente, como parece que ocurrió con uno y otra y el otro, para satisfacer una  vanidad pueril o darse el lujo de vivir una experiencia existencial con cargo al erario y sin responsabilidad alguna con el conglomerado que los eligió.
Y menos, con lo dura, difícil y costosa que es una campaña para lograr una curul, escaño o banco, en cualquier corporación de esas que la democracia inventó para justificarse y justificar la condición tripartita del poder que ella encarna y solemniza mediante la unción electoral.
Así las cosas, lo mínimo que tiene que hacer Angelino en su condición de Vicepresidente de la República de Colombia, es hacerle saber a sus electores mediante señales de humo, discursos, apariciones en radio, televisión, periódicos o por cualquier medio, que ahí está; en el cargo para el cual lo eligieron, haciéndose notar y funcionando como esperaban aquellos que lo votaron como fórmula vicepresidencial de Juan Manuel Santos.
Ni más ni menos, porque de no hacerlo así lo mínimo que le espera al ungido es la revocatoria del mandato conferido y de la opinión persuadida por su proyecto político y sus propuestas de reivindicación de cualquiera de las soluciones que dicha opinión hubiese demandado y convenido como contraprestación por el voto endosado.
Mientras que Pachito resultaba inocuo y risible y era decorativo, a Angelino se le critica y hasta se hace burla de él porque funciona, come chicharrón, se mueve, opina, se mete en los problemas, busca soluciones y hasta azuza cuando nota que las cosas del Estado y el Gobierno no andan con la dinámica que imponen las necesidades.
Y eso no le gusta a los poderosos de este país ni a los cenáculos que mangonean desde los gremios asentados en la metrópoli que, cuanto quieren es que sean sus intereses, deseos y remilgos los que marquen el derrotero del Gobierno y del país, de los negocios y la política.
En resumidas cuentas, cuanto puede colegirse de los mandobles a Garzón porque funciona, no tiene otra lectura que la que hacen los sociólogos: el origen o extracción de clase de quien hoy funge como Vicepresidente de la República. Igual a cuanto ocurrió con Horacio Serpa en su truncada aspiración a la Presidencia, es lo que hoy se está vislumbrando con Angelino.

*Poeta

elversionista@yahoo.es

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