Columna


Por el progreso de Cartagena

LIDIA CORCIONE CRESCINI

01 de noviembre de 2011 12:00 AM

LIDIA CORCIONE CRESCINI

01 de noviembre de 2011 12:00 AM

Señor Campo Elías Terán Dix, alcalde electo el 30 de octubre en las urnas. Para cumplirnos con todo lo que nos prometió en su campaña, hoy quisiera decirle a usted tan sólo una cosa, sobre todo si se trata de defender los intereses del conglomerado social sin tener presente las clases, estratos y todo ese clasismo y racismo mal entendido y mal encaminado. Todos queremos de lo mismo, todos abogamos por lo mismo y todos nos vemos avocados a defender nuestros derechos, dignidad y honra. Todos pagamos impuestos, algunos, toneladas de impuestos. Nos esforzamos a diario por salir adelante, camellamos hasta el cansancio, para ver si esta situación mejora. Sin embargo, los resultados demuestran que entre más impuestos se pagan, entre más dividendos le entran al Distrito de Cartagena de Indias, más oportunidad hay para que éstos se vayan por el camino del diablo, y las obras, promesas, e inversión social se desvían en el río revuelto. No enumeraré sino uno de los tantos ejemplos. Hasta la fecha,  después de un largo viacrucis, caos, y convulsión vial, no se han terminado los tramos de Transcaribe.
La ciudad está insegura, huele mal, está llena de huecos, la mendicidad prolifera, los semáforos son fuente de ingreso del subproletariado, la vida no vale nada, hay un matón en cada esquina, el hambre impera, el invierno ahoga, los mercados para damnificados se pierden, y la sordera y ceguera de los gobernantes se multiplica.
Las intenciones craneadas por la mayoría de los que quieren alzar sus manos en el pódium mostrando su cara victoriosa porque ahora sí, la ciudad “cambiará conmigo”, son el resultado del desmadre de Cartagena y que por convicción, conocimiento de causa, valor ético y moral, se ha embarcado en este Titanic, para no dejarlo sucumbir.
¡Ya quiero que amanezca! ¡Quiero verlo!
Siendo necesario el equilibrio social en todos los aspectos: salud, educación, vivienda, estudios, programas de urbanidad, civismo, conciencia ciudadana, honestidad, recreación y cultura, usted tiene ahora el deber de interiorizarlo y llevarlo a la práctica. Lo que se necesita resolver con prioridad y urgencia. (Que es casi todo).
En la mayoría de las administraciones que han regido el destino de Cartagena hubo  amnesia, desidia, omisión y ausencia de compromiso para llevar a cabo y cumplirle a la ciudadanía cada una de las magnificas, bellas, atractivas y tentadoras propuestas cuando aparecían en los debates, pancartas, vallas y propagandas de toda índole.
Usted, contra viento y marea, a todo timbal, a pulmón abierto, se jacta de lograr un cambio magistral y apoteósico por no decir radical de toda la problemática que hoy tiene a la ciudad sumida en un cráter a punto de petrificar a la gente. A usted, le solicito volver sobre sí y sondear las profundidades de donde proviene su vida, en esa fuente encontrará la respuesta a la pregunta ¿para qué fui elegido? Admítala tal como suena sin interpretarla y haga una excelente administración, que nos demuestre como bien lo ha manifestado, que el cambio está en el aquí y el ahora.
En suma sólo he querido aconsejarle, debido a que todos estaremos muy pendientes para que las cosas se ejecuten con trasparencia. Seré la primera en publicar sus aciertos.

*Escritora

licorcione@gmail.com

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