Columna


Por falta de aceite

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

03 de junio de 2012 12:00 AM

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

03 de junio de 2012 12:00 AM

Hay gente tan maravillada con Cartagena que el idioma no le alcanza para exaltar su potencial, pese a los problemas de pobreza que agobian a su clase popular. Sin embargo, la conducta de sus dirigentes políticos rueda por una calzada distinta, más ajustada a sus intereses personales y electorales que a la dinámica de la ciudad. Nuevo botón de muestra: la votación del Plan de Desarrollo, con la cual los honorables concejales encaramaron, una vez más, el clientelismo político sobre las conveniencias generales.
Dos hechos determinaron los votos de la coalición mayoritaria: la reducción anunciada por el alcalde de las OPS, es decir, de la nómina paralela, y una adición presupuestal por la bicoca de $7.207.423.108 millones para salir de unos honorarios mal liquidados en su momento. Como el señor Terán se plantó en sus trece con las OPS y aclaró que adicionaría los recursos sólo si se lo ordenaban un juez o el Consejo de Estado, le aprobaron el plan pero sin facultades para manejar los tres billones cuarenta y seis mil millones de pesos que tendría que ejecutar.
La intención no miente. El gobierno tendrá que enviar todos los movimientos de la inversión plurianual al Concejo, y allí, antes o en el trámite de cada paso, le plantearán el “dame que te apruebo” o no habrá campo para nada. ¿Puede un alcalde que se respete condicionar las expectativas de un millón doscientos mil ciudadanos a las pretensiones personales y políticas de once?
El cumplimiento de los deberes institucionales del Concejo no supone entregar, a cambio de sus votaciones, organismos enteros de la administración con todo incluido: burocracia, contratos, compras, decisiones con nombre propio, etc. No lo dispone ninguna norma legal de ningún rango.
Más de uno del onceno de la selecta coalición distrital se defendió diciendo que simplemente recuperaron una facultad constitucional que es de ellos. Sin duda. Pero ¿por qué otras veces se despojaron de ella si son tan celosos de su potestad? Sencillito: porque cayó aceite sobre sus pupitres. No todos en la ciudad de los tres Pedros -Heredia, Claver y Atésalo– somos tan cretinos para tragarnos la farsa de que el Concejo guarda en urna de cristal un rigor que desfallece cuando lo tienta una generosa bandeja de prebendas. Esos disfraces de legalismo sin carnaval ya no engatusan a nadie.
Esperemos a ver hasta dónde y hasta cuándo se planta el alcalde en sus trece. Él tiene un mandato y los concejales otro. Él se comprometió a realizar un programa y muchos concejales (también los hay bien intencionados) a recoger los frutos de su matorral de presiones vistiendo la sotanilla de los sacristanes. La ciudad sabrá, por tarambanas que nos crean a todos, quién cumple y quiénes entorpecen si se presentan las iniciativas y se niegan por falta ofertas “convincentes”.
Si otras ciudades han remudado las mañas desportilladas de la política montaraz, que es más de trastienda que de salón, Cartagena también puede, como pudieron Barranquilla y Medellín, pues nosotros tenemos historia. Así como Terán impuso una marca olímpica con su votación (160.000 sufragios), debe proponerse a imponer otra con el carácter y alzarse hasta el nivel de la confianza que recibió.

Columnista

carvibus@yahoo.es

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