Columna


Por un vallenato vanguardista

LUIS EDUARDO PATERNINA AMAYA

10 de noviembre de 2010 12:00 AM

LUIS EDUARDO PATERNINA AMAYA

10 de noviembre de 2010 12:00 AM

Mientras el vallenato dé de qué hablar por su penetración en Colombia y otros países, seguiremos -quienes nos seduce el acordeón- nutridos por melodías, explorando caminos para fortalecer a tan representativo folclor, ya no solo orgullo de guajiros y vallenatos sino de todos los colombianos. Una característica distingue a intérpretes y autores de obras calificadas como crónicas del amor. Pareciera que a los guajiros y vallenatos se les hubiera abierto el corazón, la imaginación y la sensibilidad para derramar tantos versos de amor. Muchos de ellos dejaron sin lágrimas a románticas mujeres, presuntas o reales destinatarias de la inspiración. La naturaleza, amistad, parranda, los gallos y tantos otros tópicos de la cotidianidad no se han escapado a la prolífica producción poética y musical de tantos compositores, que ya no tan silvestres, cazan la inspiración. En reciente charla informal con ese portentoso compositor IVÁN OVALLE, en compañía de seleccionados amigos, nos planteaba una propuesta que también y paralelamente a ese recurrente tema del amor que le ha dado brillo y resonancia al vallenato, se empiece a ventilar como una corriente de este género musical que se ocupe de proteger y defender nuestros más representativos íconos de la región Caribe llámese riqueza natural como las minas; intelectual como las mentes más sobresalientes de la literatura, la ciencia o la tecnología, y, deportivas como el reciente caso de ÉDGAR RENTERÍA, convertido en esplendorosa estrella del Béisbol mundial, y nada de sacar pecho, qué lección de humildad nos ha dado, como para que se mire en él más de un prepotente y vanidoso dirigente descarriado. Qué tal si atreves del vallenato, aprovechando su importante grado de aceptación en todo el país, empecemos a meterle letras que defiendan el racional uso de las regalías invirtiéndolas en verdaderas obras sociales que sean instrumento para el beneficio colectivo y no el elefante blanco, azul o gris que justifique una riqueza individual; letras que protesten por nuestro lamentable sistema de carreteras y caminos vecinales; letras que se ocupen de nuestra población indígena, también beneficiaria del carbón y el níquel que se explota en sus predios; letras que aboguen por el pajarito, la iguana o la garza defendiendo su entorno natural; letras que propugnen porque las ciudades no se inunden de desplazados y de huérfanos, de viudas y delincuentes enrareciendo la convivencia; letras que denuncien la corrupción como el mal mas endemoniado que se interpone como un monstruo mitológico reproduciéndose cada vez que le cortan una cabeza de las mil que exhibe; en fin, letras que no las silencie el amor, por muy determinante que este sea en nuestras vidas, porque si con ellas no defendemos nuestras riquezas materiales y espirituales, los versos que escribamos siempre serán tristes, porque de nada vale tanto romanticismo, si no sabemos utilizar y aprovechar los enormes recursos que nos ofreció la naturaleza. Experimentemos entonces con otras alternativas como la que expone el consagrado compositor que volvió a la ternura para no abandonarla. noctambula2@hotmail.com

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