Columna


Predial y predios

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

06 de marzo de 2011 12:00 AM

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

06 de marzo de 2011 12:00 AM

Ningún cristiano con dos dedos de frente desconoce que la Nación y las entidades territoriales se surten de combustible financiero con los impuestos, las tasas y las contribuciones. Eso es claro. Si queremos obras y servicios tenemos que pagar por la propiedad y la renta y por otras cosas fuera de lo corriente cuando las condiciones sociales o de orden público lo exigen, con la esperanza de que el combustible tenga buen uso. Así ha sido y será por los siglos de los siglos.
Otro hecho tiene que quedar también muy claro: que el Estado y sus funcionarios, en cualquiera de sus niveles, están obligados a evaluar y gravar a los contribuyentes de modo racional, sin desguazar las proporciones y teniendo en cuenta que, en un país como Colombia, la masa tributaria es grande y las tarifas no son, casi nunca, dechados de técnica impositiva. Los aumentos arbitrarios en las tasas traen evasión. No es sino comparar el primer monto de un impuesto subido con el anterior para notar los desplomes en la recaudación.
En 2010, cuando se conocieron las nuevas tarifas del impuesto predial en Cartagena, se produjo una grita total. Hubo reajustes, para un mismo estrato, que fluctuaron entre el 50 y el 120 por ciento, en predios de avalúo similar, antiguos y nuevos. La grita no pasó a mayores y pagamos. Imperó el conformismo. Meses más adelante, nos anunciaron un estatuto tributario con otros puyazos para la billetera. En Manizales, hace unos días, hubo rotura pública de los recibos y el alcalde salió enseguida a reconsiderar los numeritos que originaron la protesta.
No se nos hizo extraño a los cartageneros, por consiguiente, que anteayer se informara que las expectativas de las autoridades distritales con el recaudo del predial se desinflaran. Hubo estímulos, es verdad, como la ampliación de los plazos con un descuento igual al de los pagos en enero y una amnistía para los morosos de varios años. Pero los contribuyentes no pudieron con la carga. Es que Cartagena no es una ciudad de ricos. Habrá dos o tres de los de verdad, no más. El resto es clase media económica que vive decorosamente y al día.
Sin embargo, a un lado de la información y de las declaraciones del secretario de Hacienda en El Universal, los colmillos de la alcabala brillaron amenazantes: “Lista la artillería del cobro coactivo”. Los resultados eran más propicios para una reflexión sobre si se revisan o no las tarifas. Obvio, a 28 de febrero del presente año pagaron 408 contribuyentes menos de los que pagaron a la misma fecha del 2010, pese a que el descuento de ahora era de 5 puntos porcentuales más, con otro mes de ganga y con predios nuevos incorporados a la base tributaria.
Agreguémosle argumentos y razones al ramillete de impuestos y a la capacidad de pago de los contribuyentes después de que el pronóstico de recaudo quedó, por debajo de la cifra oficial, en $24.000 millones. ¿Qué hacemos si los $60.000 millones adicionales que el joven almojarife calcula para marzo 31 se quedan en $50.000 millones? Una mejoría en el orden de las finanzas es parte de una buena labor administrativa y, con empeño y eficiencia –tanto la alcaldesa como el secretario de Hacienda son trabajadores y eficientes– diez meses son un lapso prudencial para lograrlo, convenciendo al Concejo.

*Columnista

carvibus@yahoo.es
 

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