Columna


Prodigios y espantos de la Costa Caribe

RICARDO CHICA AVELLA

02 de agosto de 2012 12:00 AM

RICARDO CHICA AVELLA

02 de agosto de 2012 12:00 AM

Un periplo por el oriente de la costa Caribe refuerza la noción de que García Márquez es esencialmente un cronista reportando sobre una realidad cuyo realismo mágico supera al de la ficción. Después del prodigio del paisaje de la Carretera del Mar, viene el espanto de la desolación del paisaje de la destruida Ciénaga Grande de Santa Marta, para seguir al ecosistema de Santa Marta que además de bello es un bálsamo para quien huye de la humedad de Cartagena.
Magníficas carreteras con excelentes señalizaciones que brillan por su ausencia en Bolívar –donde saliendo de Cartagena el viajero se mete en Mamonal porque no hay una señal adecuada que le indique que Medellín o Cali quedan a la izquierda– lo acompañan en el área de Santa Marta.
Pasando de largo hacia la Guajira entramos en ese prodigio que es el ecosistema de la Sierra Nevada con la carretera corriendo entre un mar Caribe de un color azul aguamarina hermosísimo y unas bellas montañas con magnifica variada y espesa vegetación. No es accidental que en semejante prodigio, las estribaciones del pico costero más alto del mundo declaradas Reserva de Biosfera por Unesco, haya florecido la civilización Tayrona y que los hermanos mayores Kogis y Arhuacos tengan tanto que enseñarnos a nosotros sus hermanos menores, empeñados en destruir a la madre tierra.
Continuado hacia el extremo nororiental del país la combinación y los contrastes prodigios-espantos se hacen aun más notorios al adentrarse en la zona donde conviven los más grandes proyectos mineros energéticos con la marginalidad socioeconómica de la etnia Wayuu. Después de sortear aberraciones de conductores que no se ven ni en Cartagena al atravesar Riohacha, el viajero se adentra en el desierto. En él encuentra prodigios como las bellísimas playas de Mayapo y del Cabo junto con espantos como el estado de la vía, particularmente en el tramo de trochas una vez se deja la de Puerto Bolívar; además de espantos prodigiosos como el monumento a la desidia, la corrupción y el circulo vicioso insolencia-indolencia que son la serie de puentes que se extienden a lo largo del desierto a gran altura sobre ríos inexistentes, conectado terraplenes inexistentes de una carretera inexistente, una visión surrealista que parece salida de un relato de Garcia Márquez. Que cosas así puedan pasar hacen aparecer el escándalo de que para entrar a semejante tesoro turístico haya que destruir la suspensión o los riñones (o ambos, como en realidad sucede sólo con cruzar los puentes de la Boquilla saliendo de Cartagena) algo normal.
No sorprende que en un departamento en que semejantes espantos tenga lugar sin que pase absolutamente nada un ex gobernador estrenando le haya quitado a la Diócesis de Riohacha los contratos de la educación del departamento que venía manejando eficiente y abnegadamente por dos medios siglos para entregárselos a ONGs con dos semanas de (su) creación debido a su negativa de entregarle un importante porcentaje de su monto. Prodigios y espantos…;.

**Director Centro de Estudios Asiáticos/Asian Studies Centre UTB-UAM

rchica@unitecnologica.edu.co

*Rotaremos este espacio entre distintos columnistas para dar cabida a una mayor variedad de opiniones.

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