Soy partidario del traslado de la Base Naval, pero cuando escuché decir a nuestro presidente de la prosperidad, que había decidido ese traslado “para facilitar el turismo de Cartagena y darle a la Armada más facilidades portuarias para sus juguetes, estuve seguro de no acompañarlo con razones tan frívolas para decisión tan costosa y de delicada trascendencia.
Seguidamente como buen político anunció que el lugar escogido para el traslado sería la isla de Tierrabomba, lugar muy controvertido, con lo cual le decía a Cartagena que el pastel presupuestal que alimenta al principal centro logístico naval colombiano no se movería, hecho de vital importancia local.
El anuncio lo acompañó con el nombramiento de un almirante para desarrollar la idea y asignación económica para iniciar la labor. Ni la dignidad del personaje ni la suma de dinero, quizá insuficiente para las propinas iniciales de un proyecto que supera los mil millones de dólares, responden a la importancia de la decisión.
Los gritos de alarma de entendidos y responsables de la defensa del Estado, los ahogaron los aplausos de comerciantes, constructores, de los infaltables políticos y necesariamente de la sociedad local. Así funciona la frivolidad cuando la intención es satisfacer la audiencia. Afortunadamente pasarán los días y el almirante volverá a sus compromisos con el mar, hasta tanto los estudiosos de la seguridad nacional decidan su conveniencia.
Ciertamente existen razones de fondo que recomiendan mover el principal centro logístico de la Armada, pero la seguridad nacional, seguridad de la ciudad, exigencias estratégicas navales y otras como la indispensable modernización, más costosa que moverla del lugar, exigen más responsabilidad que frivolidad. ¿Será que estas consideraciones ya pasaron todos los filtros? Me temo que no, pues es costumbre en esta administración ofrecer lo imposible.
Trasladar por trasladar e invertir suma tan cuantiosa sólo para lograr audiencia, ronda la irresponsabilidad. No se trata de mover muebles viejos a otro lugar, ni cambiar de sitio un complejo de cien años de edad. Se trata de construir en lugar diferente otro mejorado, que responda a requerimientos de la guerra moderna con todas sus exigencias y, una vez construido, dotarlo para luego trasladar lo poco que pueda ser útil. Eso toma tiempo y mucho dinero.
Para un profano es fácil suponer que estando donde está hoy la Base Naval, las “facilidades” le son suficientes para cumplir su misión. ¿Cuáles son entonces las razones que justifican trasladarla tal como está para un lugar donde carece de todo, con infinitos traumatismos y costos que implica? Justificarlo sólo para dar a los urbanizadores el lugar, como subliminalmente les dijo el presidente de la prosperidad, no deja de ser una simpleza.
Sin embargo, el sólo hecho de que el tema ocupe un lugar en un discurso del mandatario indica que la necesidad existe y, aunque no avalada en la trascendencia que tiene, abrigo la esperanza de que la sensatez lleve a estudiarlo prioritariamente como de especial importancia para la seguridad nacional, respaldándolo con recursos suficientes para que nuestra Armada pueda cumplir mejor su misión, dentro de las modernas exigencias estratégicas de la guerra naval.
lubor149705@gmail.com
NOTICIAS RECOMENDADAS
Comentarios ()