Columna


Que la “paz” no acreciente la guerra

GUSTAVO MONTES FERNÁNDEZ

04 de septiembre de 2012 12:00 AM

GUSTAVO MONTES FERNÁNDEZ

04 de septiembre de 2012 12:00 AM

A los colombianos nos entusiasma la idea de la paz; es un deseo que cada quien lleva como esperanza en su interior. A lo que no le apostamos es a la burla de la pan-tomima de la paz a la que testarudamente nos sometió  Andrés Pastrana, incluso César Gaviria en la época de Pablo Escobar.
Los movimientos de conversaciones de paz que se vislumbran en el gobierno de Juan Manuel Santos cada día toman más fuerza y  son una realidad que sucede aparentemente a “espaldas” del país. ¿Adónde nos va a conducir? He allí la preocupación de los ciudadanos de a pie que en últimas somos los paganinis de todos los experimentos que hacen quienes ostentan el poder. ¿Que si queremos la paz?  Por supuesto que sí, pero no a cualquier precio y peor aun arriesgándonos a que nos vuelvan a ilusionar y al final ni paz, ni nada que se le parezca, sino por el contrario más secuestros, huérfanos, mutilados y una guerrilla cogiendo fuerza nacional e internacionalmente, después de haber sido bastante diezmada  por el gobierno de Álvaro Uribe Vélez.
Deseamos lo mejor al presidente Santos,  lo que no le da potestad para convertirnos en  conejillos de indias. Particularmente pienso que aún no están dadas las condiciones para siquiera intentar contactos con los terroristas que continúan con sus fechorías.
Cuatro años más de seguridad democrática en todo su esplendor sí hubiesen puesto a los facinerosos en las condiciones de sentarse a pedir perdón al pueblo colombiano, como también lo deben hacer los políticos que en su mayoría tanto daño le han hecho a esta desmembrada nación.
El principal problema para negociar la paz en verdad lo observo en los negociado-res que han transcurrido su vida en clubes sociales y miran a los terroristas con una inocencia abismal que no les permite ver la realidad de realidades, como es que no existen buenas intenciones de la guerrilla; como si inocentemente y cual aventura la presentan los señores de los clubes que conducen el país, embarcados en el actual espejismo peligroso de la paz.
Colombia se dio el lujo de que su presi-dente de la cámara, Simón Gaviria, dijera públicamente que no había leído la reforma a la justicia, un tema de tanta envergadura, y  no pasó nada. Bueno, ese es uno de los que ostenta el poder; ¿se imaginan ustedes al gomelo engominado de Simón Gaviria sentado con los terroristas hablando de paz, o discutiéndola con el Presidente de la República? De allí deduzcamos lo preparados que están nuestros poderosos para negociar la paz. Tal como están las cosas los van a volver añicos y les darán tres vueltas; luego los poderosos gu-bernamentales saldrán a discursear y con miles de excusas dirán que es imposible con esos de las FARC y como dicen, después de ojo afuera no hay Santa Lucía que valga. Este nuevo intento de “paz” lesionará la economía del país y dejará otras estelas de huérfanos, viudas, secuestrados y mutilados, mientras el Presidente va al Club los Lagartos y Simón Gaviria se engomina el pelo. No es el momento. El palo no está para hacer cucharas.
Coletilla: ¿Será que el gobernador de Su-cre, Julio Guerra, cambirá de estrategia de gobierno?

*Médico y analista político

gusmonfe@hotmail.com

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