Columna


Que no le pase a usted

MIGUEL YANCES PEÑA

02 de mayo de 2011 12:00 AM

MIGUEL YANCES PEÑA

02 de mayo de 2011 12:00 AM

Estos jóvenes delincuentes de hoy, son cada día más fríos, calculadores e inteligentes. Hasta psicología parece que les hubieran enseñado en la escuela; o la hubieran aprendido de la vida, que de esto enseña más que los maestros. El presente denuncio que me envía un ex colega y lector, da muestra de ello.“El día 26 de abril del 2011, alrededor de las 5:30 de la tarde, me detuve en el semáforo que hay frente a la Iglesia de María Auxiliadora, viniendo del sector Los 4 vientos hacia el centro de la ciudad, por la vía paralela a la Pedro de Heredia (Calle 31A). Un joven de tez clara se me acercó a la ventana del lado derecho ofreciéndome cuadernillos de esos que acostumbran repartir los DDAA. Al no prestarle atención me comenzó a hacer señas indicando la llanta delantera. Bajé un poco el vidrio para escucharlo, y me dijo que la llanta estaba falla de aire. Se lo agradecí.
Acto seguido otro joven con el mismo tipo de cuadernillo, empezó golpear fuertemente con los nudillos de la mano el vidrio de la ventana izquierda. Sobresaltado voltee y lo encrespé, pero siguió golpeando con agresividad como si nada (era sólo para distraerme). Presintiendo el peligro decidí avanzar el carro a pesar del semáforo aún en rojo, y los dos jóvenes desaparecieron. Sólo entonces me percaté que me habían robado la billetera que había dejado ingenuamente sobre el asiento del acompañante.
En la billetera habían 85 mil pesos, una tarjeta débito de Davivienda y una Fallabela CMR que cancelé (ambas) inmediatamente; tarjetas de cliente de Carrefour, Makro, EPS Salud Total, liberty Seguro, AMI, el carnet de pensionado, mi cédula y la tarjeta militar.”
Y aquí empieza lo bueno. Poner un denuncio no es tan sencillo como parece. Para comenzar sólo hay dos inspecciones habilitadas para hacerlo: Bocagrande y Manzanillo en el Bosque -según le contaron en un CAI a nuestro desafortunado colega (¿ni en la enorme y horrible edificación que tienen en Manga, ni en las Casas de Justicia? se pregunta uno). Y allí sólo le reciben “la queja”; si aspira a que se haga algo diferente a entregarle un papelito escrito para sacar nuevamente los documentos, tiene que ir a la Fiscalía.
Sacar nuevamente los documentos es relativamente sencillo y rápido en Davivienda; en Falabella es un trámite de casi una hora, como si se abriera una cuenta nueva, donde le hacen firmar más papeles que en un banco cuando le conceden un préstamo, siendo que sólo se trata de cambiar el plástico; y para sacar una copia de la cédula sí que es un verdadero vía crucis, en el que además hay que pagar, como si el pagar tantos y tan altos impuestos no le diera el elemental derecho a recibir una copia del documento que lo identifica y le permita votar en las elecciones; y como si ya no fuera suficiente castigo el robo que con su desidia permiten las autoridades.
Para rematar, el proceso, que debería ser una orden de “imprimir copia” en una de las impresoras de la Registraduría, se convierte, al igual que Falabella, en nueva toma de información: foto, huellas digitales, y la presencia física en unas instalaciones atiborradas de gente, y de funcionarios –inoficiosos unos, y sobrecargados de trabajo otros- que le tratan como bestia en un corral.

*Ing. Electrónico, MBA, pensionado Electricaribe

movilmyances@gmail.com

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