Columna


Rabia y agua al cuello

JAIME ALBERTO RESTREPO CARVAJAL

18 de octubre de 2010 12:00 AM

JAIME ALBERTO RESTREPO CARVAJAL

18 de octubre de 2010 12:00 AM

A la irritación de miles de bolivarenses por la injerencia descarada de políticos ex convictos y procesados para adueñarse de la Gobernación (cuota inicial para tomarse luego la Alcaldía de Cartagena), se suma la rabia de los 195 mil damnificados por inundaciones en Bolívar. El Estado gastará $9.000 millones en las elecciones atípicas de un Gobernador para ¡apenas 14 meses!, pero no se vislumbra igual esfuerzo para aliviar las necesidades urgentes de los afectados, que demandarán (estima la Gobernación) $30.000 millones como mínimo. Deben estar furiosos los damnificados con el Colegio Nacional de Abogados (Nausícrates Pérez) por oponerse a la idea sensata de “aplazar las elecciones con una emergencia social o con una conmoción interior, por las inundaciones”, argumentando que “en los municipios afectados se pueden trasladar las mesas de votación. Para no realizarlas, debe estar el 60% o más del potencial electoral del Departamento imposibilitado para votar. Con los municipios afectados hoy solo se pierde el 10% del potencial electoral”. Otra declaración “saca-piedra” la dio el delegado de la Registraduría Nacional (Omar Vicente Guevara): “únicamente el Ministerio del Interior tiene la potestad de suspender las elecciones. Mientras eso no suceda, habrá elecciones llueva, truene o relampaguee". Ambos debieron decirlo en un sofá mullido, con la barriga llena; no desde el sur de Bolívar, con la rabia, el hambre y la desesperanza al cuello. Crece raudo el número de damnificados como lo hace la impaciencia de miles de campesinos enfermos, sin comida ni medicamentos, con la pesca y cultivos arrasados, disputando los pocos lugares secos con animales domésticos y serpientes (tampoco tienen suero antiofídico). Según estima la Gobernación, hay 30 mil hectáreas de cultivos y 10 mil cabezas de ganado bajo agua. Los niveles de los ríos Magdalena, Cauca, San Jorge y el Canal del Dique suben al mismo ritmo de la irritación de quienes nos sentimos impotentes ante las fuerzas del mal y la naturaleza, unidas para arrasar el Departamento de Bolívar. Un sondeo del impacto electoral (antes de la arremetida invernal en la última semana) concluyó que en 71 corregimientos (de 13 municipios) hay 109 mesas donde no se podría votar por la inundación. En medio de esta tragedia, es un riesgo enorme que lleguen allí los dineros “salvadores” de las fuerzas oscuras que conspiran para adueñarse de Bolívar, a cambiar comida por votos. Los poderosos personajes detrás de esta estrategia vil no deberían abusar de la paciencia del pueblo porque la cólera puede brotar explosiva, como ocurrió con cientos de afectados en Marialabaja la semana pasada (se tomaron la casa del alcalde Rubén Aguirre Gómez y solo se calmaron al recibir colchonetas, frazadas y albergues temporales). La ayuda reciente de 12 mil mercados de la Gobernación luce poca, pero se le abona que no corrió la suerte de los “mercaditos de Simancas” por $4.000 millones para una tragedia similar en 2007, que terminaron podridos en una bodega, lucrando a proveedores y abogados, confabulados en ese desfalco impune. Falta sólo una semana para ir a las urnas. Quizás baste para que el agua baje pero no la ira acumulada. No sería extraño que el 24 de octubre, como protesta y catarsis, el abstencionismo sea demoledor y el “voto en blanco” asuste a los poderosos. *Ing. Civil y MBA, Directivo Empresarial restrepojaimea@gmail.com

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