Columna


Reflexiones de nuestra historia política

JORGE ENRIQUE RUMIÉ

21 de octubre de 2011 12:00 AM

JORGE RUMIÉ

21 de octubre de 2011 12:00 AM

Recordaba en mi columna anterior que ya llevamos 23 años de elecciones populares para la alcaldía de la ciudad, y que en dicho período se pueden obtener algunas reflexiones y apreciaciones para conservarlas en la gaveta de la historia política de Cartagena:1) A la fecha hemos elegido 9 alcaldes por votación, y para clasificarlos de la forma más sencilla posible diría que 7 tuvieron su origen en el sector político de la ciudad (Rojas, Gar-cía, Díaz Redondo, Barboza y los tres perío-dos de Curi); y 2 fueron de naturaleza cívico empresarial (Paniza y Pinedo).
2) De la anterior distribución electoral, en mi opinión, los triunfos cívicos empresariales se cocinaron prioritariamente por el mismo descontento popular que se dio por el desem-peño de la clase política que le antecedió. De ahí que cada determinado período electoral -como buscando  nuevos horizontes- los carta-generos eligen candidatos no relacionados con el sector político.
3) Partiendo de que hemos calificado “du-ramente” el desempeño de nuestros alcaldes elegidos popularmente, cualquiera se atrevería a proponer alguna de las siguientes cuatro sentencias: A) Que en términos generales no tenemos criterio para seleccionar buenos mandatarios; B) Que somos verracamente de-sagradecidos (con expectativas demasiado al-tas de los gobernantes) y queremos que el Estado nos resuelva todo; C) Que nuestra percepción ciudadana es bien diferente -por ignorancia o desconocimiento- versus la rea-lidad de nuestros indicadores económicos y sociales, y que muchas veces nuestros alcaldes han sido superiores a las calificaciones que les hemos otorgado; o D), la suma de las anterio-res.
4) Cuando el programa de percepción ciudadana “Cartagena Cómo Vamos” le pre-guntó recientemente a los cartageneros: “¿Qué puede hacer usted como ciudadano para ayudar a tener una mejor ciudad?”, solo 3% de los encuestados respondió: “Escoger buenos gobernantes”. El anterior resultado puede indicar que en la ciudad no hay una relación clara de causalidad entre bienestar colectivo y la elección de mandatarios efi-cientes. Lo que sería preocupante, y de alguna manera podría explicar el comportamiento errático de nuestras decisiones democráticas.
5) En el contexto histórico de nuestra vida electoral, diría que existen 3 tipos de personas naturales y jurídicas que participan en la “fi-nanciación” de las campañas, a saber: A) Los que aportan el dinero con el objetivo único de buscar alguna contraprestación a cambio y le importa un carajo el futuro de su ciudad; B) Los que aportan exclusivamente por el objetivo noble de colaborar por el bienestar colectivo de su gente y no quieren nada a cambio; y C) los que meten la cabeza debajo de la tierra como el avestruz, no hacen nada, y luego son los que más critican por los re-sultados electorales.   
6) Teniendo en cuenta la anterior clasifi-cación, las ciudades asertivas en sus decisiones democráticas, dependerán del tamaño y cali-dad de su clase dirigente; así como también de la cantidad y calidad de lo más importante en una democracia: nuestro voto de opinión.
Y así terminaremos nuevamente en la sentencia legendaria e ineludible de que “Ca-da pueblo elige (y mantiene en el poder) el gobernante que se merece”.  Es tan sencillo como eso.

*Empresario

jorgerumie@gmail.com

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS