En esta Navidad bien difícil la tuvo el Niño Dios y los familiares de una primita que este año se le dio por pedir una muñeca negrita como ella. Cansada de las muñecas blancas, le pidió a la mamá desde hace dos meses una muñeca negra. Como la mamá no le paró bolas, le dijo al tío y como este tampoco, le contó a su abuela y en vísperas de la Navidad le pidió el regalo al mismo Niño Dios en una carta enviada por correo físico, vía oración e incluso vía electrónica. Se la montó, literalmente, a la abuela y al Niño Dios.
La mamá de la niña no vio tan importante la solicitud de la hija y el tío no tuvo tiempo de averiguar dónde comprar muñecas negritas en esta bendita ciudad llena de negritos.
La Vieja, para no quedar mal ella y el Niño Dios con la Niña, hizo lo que no hicieron la mamá y el tío: salió a Bazurto sin importarle los trancones en el mercado público y sus alrededores, peores en esta época. Recorrió el mercado de arriba abajo, de Pe a Pa, más bien de Ba a To, y no la encontró. “¿Muñeca negra?”, “Esas muñecas no las hay”, “Están escasas”, “Tengo es una muñeca mona”, le contestaron en toda la Avenida Pedro de Heredia, sin pasar por el puente peatonal y arriesgando su vida al cruzar la peligrosa vía.
La abuela de la Niña se fue para el Centro para ver si la conseguía. Supongo que mi tía agarró una mototaxi, a pesar de la edad, para llegar lo más rápido al ombligo de la ciudad y comprar el regalo, costara lo que costara.
Cuando se deba por vencida en la tarde del 24 de diciembre, se le dio por preguntar en un último sitio y dio la casualidad de que había la muñeca solicitada por la prima. Las otras dos muñecas que acompañaban a la que compró mi tía por 20 mil pesos, seguramente se quedaron tristes en la estantería porque nadie cargó con ellas.
“Es negrita, pero bonita”, se le salió a la mamá de la niña cuando vio el regalo en los brazos de la hija, “que estaba más alegre que negra paría de blanco”, se le siguió saliendo a la mamá. “Está mejor que la muñeca negrita que tiene una sobrina mía y que parece diabólica. En la oscuridad sólo se le ven los ojos que alumbran como gatos”, metió la cucharada una vecina cuando mi tía me contaba el cuento.
Bien por mi primita que en esta Navidad se la puso difícil a sus familiares y al mismísimo Niño Dios, que se cansó de no tener muñecas como es ella. Mal por los productores y los comerciantes de juguetes que no ayudan a los padres ni al Niño Dios a conseguir los regalos, y no hacen y no venden tantas muñecas negras y las que hacen generalmente son feas, meten miedo, o no tienen los accesorios de las demás muñecas.
“Lo único malo de mi muñeca negrita es que no tiene celular como las demás”, me dijo mi primita cuando le pregunté por su regalo de Navidad.
*Lingüista, Literato y Comunicador para el Desarrollo
puntos_de_encuentro@hotmail.com
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