Columna


Resultados y esperanzas

ROBERTO BURGOS CANTOR

05 de noviembre de 2011 12:00 AM

ROBERTO BURGOS CANTOR

05 de noviembre de 2011 12:00 AM

Sin sorpresas concluyeron las elecciones. Las sorpresas no agregan nada a la realidad de los hechos.
Cada región mostró las tensiones particulares de su vida en comunidad.
Fuera de las persistencias dolorosas del sectarismo, la criminalidad, la política como negocio particular, la exclusión, se pueden observar aspectos que ojalá constituyan el empezar de procesos virtuosos de transformación.
A pesar del andamiaje que deforma la voluntad popular, tan endeble por deficiencias educativas, estados de necesidad y corrupción, debe destacarse lo ocurrido en Santa Marta. En ese espacio donde el poder de los koguis y el ánima de Bolívar aún no logran erradicar el mal, tendrán un alcalde cuyos antecedentes auguran ejecuciones promisorias. Tiene un sentido de nobleza y autonomía que a este hombre, Carlos Caicedo, quien sufrió como Rector de la Universidad del Magdalena injusticia y persecuciones lo haya reivindicado la comunidad a la cual se entregó.
También muestra mérito que Marcelo Torres haya logrado la alcaldía de su tierra natal, ese puerto de comercio fragoroso durante la colonia, Magangué, donde un imperio mágico con milagros de abalorio compraba todo. No volverán los tiempos en que el registrador de instrumentos, Barcha, enviaba cartas de amor y filosofía en avioncitos de papel a las señoritas de su oficina.
En las montañas de Aurelio Arturo, en su país que sueña, el gobernador Navarro pudo alentar ilusiones después de la amenaza del volcán y el castigo de las pirámides cuya ilusión de tontos arruinó a tantos pobres esforzados.
Por los lados del peculiar municipio que es el Distrito Capital, la victoria de Gustavo Petro representa, en un primer significado, un paso más en la conquista de territorios de fraternidad y tolerancia activa. Y a lo mejor el respaldo de muchos a sus valientes debates. Bogotá, extraviada en el sigilo del culto al formalismo, ducha en intrigas, con los años se ha convertido en un techo de expresiones colombianas, unas alegres, otras desgraciadas.
Es curioso que de los interesantes análisis que pueden surgir de los candidatos a la alcaldía de la capital, la mayoría de los comentaristas escogen aquel donde el tema aritmético de los votos pretende demeritar el resultado que favoreció a Petro. El mismo Alcalde electo ha planteado desde antes la tesis sobre el concepto de mayoría y minorías en la actualidad de las aventuras de la democracia.
La transparencia de los candidatos jóvenes, en la Capital fue significativa esta insurgencia, los muchachos y el veterano, ajenos a los llamados de la pragmática manguala, constituyen un destello alentador que da muestras de la responsabilidad de ellos con sus tesis y con los ciudadanos sin caer en la trampa de las catástrofes inminentes.
La querida Barranquilla con quien nos unen los partidos de béisbol, los años finales de Artel, eligió a una mujer de conocimientos y pequeña que no se deja asustar por quienes sabemos.
No hay que olvidar a Bolívar. Juan Carlos Gossaín ha contraído un compromiso en el cual los retos son durísimos: inundaciones, paz, minería, atraso, educación, salud. Tiene a su favor un partido que rescata sus banderas y la tradición de su padre quien perteneció a la estirpe de los hombres limpios que hicieron lo que pudieron en un mundo que ya anunciaba su desmoronamiento. Suerte pues.

*Escritor

rburgosc@postofficecowboys.com

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