Columna


Robin Hood criollo

LIDIA CORCIONE CRESCINI

14 de junio de 2011 12:00 AM

LIDIA CORCIONE CRESCINI

14 de junio de 2011 12:00 AM

Cuando un estudiante se me acerca y me reclama que su nota no corresponde a lo que él tiene resuelto y acompaña la evaluación de otro estudiante para indicarme que él se merece mejor nota, inmediatamente le digo:- No necesito que me traigas el examen de otra persona, simplemente muéstrame el tuyo y haremos los correctivos. Cada persona avala sus conocimientos, responsabilidades y hechos con sus propias demostraciones y no apoyándose o basándose en el otro. Seguramente del rabo de paja por el hecho de ser humanos (errar), no se salva nadie.
Ahora que se avecinan las elecciones para gobernadores y alcaldes, se teje una maraña de cosas desagradables en donde cada quien le quiere sacar los trapos al sol del contendor, digo contendor porque esto más que un ejercicio democrático parece un ring de boxeo, para ver quién aguanta más o quién sale noqueado, y los que nos tenemos que aguantar esta situación grotesca somos los ciudadanos.
La falta de respeto hacia nosotros empieza desde ahí…; ¿Qué se espera entonces para después? Lo que queremos son hechos, de palabrerías estamos saturados. Es lo que se destila a través de la historia de la humanidad, es por eso que mantenemos el malestar incisivo que anquilosa el progreso. Constantemente me asalta la duda y mi cuestionamiento va encaminado sobre la siguiente reflexión: ¿Cuál es el verdadero motivo de los aspirantes para ocupar estos cargos? ¿Cuáles son los móviles que los incitan con ahínco para decidir la suerte de un pueblo?
Lo que necesitamos es un buen administrador, que desde el primer día sea un estratega en cumplir con lo propuesto. Alguien que conozca bien la ciudad, sus necesidades e inmediatas soluciones.
Si hablamos a calzón quitado, muchos buscan el beneficio propio. Está demostrado que en la mayoría de las administraciones los caballitos del carrusel se desbocan desmadradamente manteniendo a la ciudad en la zozobra, insatisfacciones e incongruencias vergonzosas. Debo reconocer que la alcaldesa Judith Pinedo, en su lucha mitológica de acuerdos, firmas, autorizaciones, ejecución de obras, entre maríamulatas y buitres, ha tenido grandes aciertos y van mis felicitaciones por ellos, su comportamiento como persona ha sido digno y jamás se ha visto envuelta en escándalos, algarabías y juergas.
Su vida privada le corresponde sólo a ella y esa parte es sagrada, pero sigo insistiendo en que se olvidó de hacer las mejoras urgentes en todos los aspectos en los barrios de estrato 5 y 6. La inseguridad pulula en la ciudad, la lucha de los informales continúa y la falta de autoridad inmediata para no permitir que al gallo le crezca la cresta lleva mucho trecho.
Según la leyenda, Robin Hood era un barón llamado Robin Longstride o Robin de Loxsley, quien era de gran corazón y vivía fuera de la ley, escondido en el Bosque de Sherwood y de Barnsdale, cerca de la ciudad de Nottingham. Hábil arquero, defensor de los pobres y oprimidos, luchaba contra el sheriff de Nottingham y el príncipe Juan sin Tierra, que utilizaban la fuerza pública para acaparar ilegítimamente las riquezas de los nobles que se les oponían. El Robin Hood criollo promete demasiado, pero en su aparente lucha no se apura a cumplir con lo propuesto.

*Escritora

licorcione@gmail.com

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