¿Que por qué hablamos tanto del sistema de salud? ¿Por qué una y otra vez tenemos que ocuparnos de los hospitales y las EPS? Estas preguntas las he recibido frecuentemente de conocidos que se impacientan quizás con que esté a menudo en las columnas de opinión y en las noticias.
El asunto es que no hay un campo de las relaciones sociales en el que se viole de manera más flagrante los derechos de los ciudadanos como en este. Ni hay otro en el que se atente de forma más sistemática contra la vida de los seres humildes. Impunemente, casi siempre. A diario, pacientes, que podrían mejorar sustancialmente con una atención oportuna, mueren o, en el mejor de los casos, empeoran su condición, por el simple hecho de no ser atendidos adecuadamente y a tiempo.
Veamos, por ejemplo, las estadísticas publicadas ayer por un periódico de circulación nacional: en los 12 años que van de 1999 a 2010, de las más de dos millones de tutelas presentadas, una tercera parte fue para reclamar servicios de salud negados. Lo increíble es que de las más de ochocientas mil tutelas por motivos de salud, el 97,1% de las citas médicas, el 96,8% de los exámenes y el 84,9% de las cirugías reclamadas estaban contempladas en el POS. En otras palabras, estos afiliados al sistema de salud que tuvieron que usar la tutela tenían derecho a estos servicios.
Y otro dato clave: de todas esas solicitudes, que estando contempladas en el POS fueron negadas, y que dieron pie a una acción de tutela, el 65% corresponde al régimen de los más pobres, o sea al subsidiado.
Los más humildes, los que no tienen trabajo o se rebuscan como pueden y en forma muy precaria, tienen que luchar más para que les reconozcan su derecho, ya de por sí limitado, a acceder a los servicios de salud.
Lo increíble es que ha sido, entonces, gracias a la decisión de los jueces al amparar el derecho a la salud de los pobres, que se han salvado miles de vidas. Y pensar que muchas veces las EPS les niegan de manera deliberada medicamentos, exámenes o procedimientos a sabiendas de que tienen la obligación de suministrarlos. Uno puede imaginarse cuántos han tenido que padecer deterioros graves y predecibles en un hospital esperando que el juez decida a su favor la acción de tutela. Y cuántos otros han muerto sin saber que podían reclamar el examen o la medicina de la que dependía su posibilidad de seguir con vida.
Para muestra un botón: ayer contaba este mismo periódico la historia de la señora Petrona Sotelo, de 79 años de edad, que murió en una clínica, después de una estadía larga de casi 20 días en el centro hospitalario, sin que le practicaran los exámenes a los que tenía derecho y sin que la atendieran los especialistas que se requerían para el tratamiento de su enfermedad.
¿Que por qué hablamos una y otra vez sobre hospitales y EPS? Pues, por todo lo anterior. Y además porque en Colombia mueren más colombianos por culpa del mal sistema de salud que los que mueren por culpa de las guerrillas y los paramilitares juntos.
*Historiador. Profesor de la Universidad de Cartagena.
alfonsomunera55@hotmail.com
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