Columna


Seguridad máxima

LIDIA CORCIONE CRESCINI

03 de mayo de 2011 12:00 AM

LIDIA CORCIONE CRESCINI

03 de mayo de 2011 12:00 AM

Sí, y solo sí, para eventos trascendentales, para la protección de personajes de la vida pública que ocupan cargos importantes, para los visitantes de los foros, congresos, convenciones y gerentes de la banca privada.

“La policía dispondrá de más de 1.300 uniformados para garantizar la seguridad en Cartagena durante el Mundial de Fútbol Sub-20”, dice la noticia publicada en El Universal abril 28-11.
Indudablemente un acontecimiento como un mundial, en donde se congregan miles de personas de diferentes partes y en donde la ciudad debe garantizar a sus visitantes su seguridad en su integridad física y moral, es menester elevar la vigilancia máxima y no descuidar los sitios estratégicos. Sin embargo me pregunto: ¿qué es lo que se pretende mostrar? ¿A quiénes les conviene mostrar una imagen paradisíaca?
Ante el mundo y en el turismo es importante que “se entienda” que Cartagena es una ciudad maravillosa, cosmopolita, tranquila, transitable, hechizante, inclusive que sus playas se parecen a las de Hawái. Es preponderante afirmarles que no existe contaminación ambiental, que los conductores consideran al peatón, que nadie viola el derecho que tenemos todos los ciudadanos: respetar las cebras, medir el ruido, no soportar las basuras regadas por la calle, en cada esquina.
De algunas de estas curiosidades que he mencionado me sentiría satisfecha si pudiera considerar que nosotros, los habitantes permanentes, los que tenemos que soportar los improperios y algunos abusos, fuésemos tenidos en cuenta como personas dueñas de casa que nos merecemos inclusive mayores garantías que cualquier itinerante que llegue de visita a nuestra tierra.
Cuando se vive de apariencias por algún lado revienta lo que se esconde y no podemos permanecer ciegos ante una ciudad que a pesar de ser una vitrina internacional en todos los aspectos, se cocine en su interior la falta de cultura, situación directa que daña no sólo la imagen sino su cotidianidad.
Es muy triste vivir paranoicos con el temor a cuestas de que nos van a atracar o hacer un daño, como en los casos que se ven a diario en las noticias y es más triste aún es escuchar a los jóvenes cuando me cuentan que los atracaron en la playa o en el paseo peatonal y les quitaron la cartera, el Ipod o el celular y peor ver o leer en la prensa las vidas que se cobran a diario por robos de dineros, cuentas por saldar, intolerancia, drogadicción,  pandillas, etc.
Campañas cívicas, educación, convivencia ciudadana: sería importante tenerlas en consideración para seguir concientizando a todas las personas y que entendamos de una vez por todas que nosotros, sus habitantes, queremos tener la casa en orden: limpia de toda basura, exenta de violencia, maltrato infantil, trata de menores.
Vale la pena considerar que existe voluntad de gobernantes por sacarla a flote. En esta administración nuestra Alcaldesa le ha metido el hombro contundentemente a la educación y ha tratado de cumplirle al pueblo que la eligió. Sin embargo cuando la ciudad es manejada por varios frentes donde cada cual tiene sus prioridades pienso que a ella le queda muy difícil desarrollar todo lo que se propone al encontrar trabas. Pero no todo está perdido.

*Escritora

licorcione@gmail.com
 

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