Columna


Ser prósperos

ALBERTO ARAÚJO MERLANO

20 de agosto de 2011 12:00 AM

ALBERTO ARAÚJO MERLANO

20 de agosto de 2011 12:00 AM

Ser prósperos implica el deseo de progresar. Tener objetivos claros, proponerse metas intermedias. Economizar para crear la semilla de nuestra independencia.
En nuestras empresas hay empleados excelentes que hacen su oficio con maestría pero llevan diez o quince años haciendo lo mismo, ganando poco más que su primer sueldo.
En cambio existen otros que llevan cinco años con nosotros y han ido escalando desde los primeros peldaños en nuestra organización hasta ocupar cargos altos de mayores responsabilidades con salarios que han venido subiendo en la medida que lo merecen sus nuevos oficios.
Y hay otros que aprovecharon la experiencia en nuestra organización como si ésta fuera su escuela o su universidad. Desde un principio ahorraron por lo menos el 10% de cuanto ganaban como semilla de su independencia, cada año mejoraban su posición y sus ingresos y un buen día decidieron aprovechar lo aprendido y utilizar sus ahorros y sus prestaciones para crear con su cónyuge o con un socio un pequeño negocio que pronto les permitió darnos las gracias e iniciar su vida independiente.
Esa en realidad ha sido la experiencia de muchos de los grandes empresarios de aquí y de todas partes, de las personas que han progresado, que han sido prósperas.
Uno de los defectos de nuestra sociedad es el conformismo. La ausencia de deseos de prosperar. La falta de ambición y de la conciencia de una misión y de una visión de vida.
Una persona puede ganar un buen sueldo pero si gasta más de lo que gana nunca será independiente. Es lo que ocurre en la mayoría de las veces por no decir casi siempre. Las personas no tienen un presupuesto de gastos, compran lo que les apetece y la tarjeta de crédito se convierte en su celestina.
Es difícil creerlo pero el deseo de prosperar, el anhelo de ser independiente junto con el hábito de ahorrar por lo menos el 10% de cuanto uno gane es el fundamento de la independencia económica y si esto se acompaña de un proyecto de vida, se logra la prosperidad.
Una persona puede ser rica y sin embargo no ser próspera. Muchos ricos heredaron su fortuna y no supieron ser prósperos. Cada día se la fueron gastando hasta cuando la agotaron y dejaron de serlo.
Para ser próspero no se requiere una inteligencia excepcional ni mucha academia. Lo que si se requiere es ambición, deseos de superación, un plan de vida y crearse el hábito del ahorro. Además, si la persona logra trabajar en el área de su talento predominante, su actividad laboral se le hace placentera, aumenta su energía y se concentra fácilmente en lo que hace. Su trabajo se convierte en su mejor pasatiempo.
En ese caso lo importante es tener claros los diferentes roles para no descuidar el rol de cónyuge, de padre, etc., sino darle a cada uno el espacio que le corresponde.
Estas son consideraciones simples, sencillas, pero son el abecedario de la independencia económica, de la prosperidad, la cual no tiene misterio pero no es simple teoría hay que ponerla en práctica, creándose buenos hábitos. El resultado final nos llenará de alegría y hará más fácil el camino hacia la felicidad.
Porque la prosperidad sostenida poco a poco se convierte en riqueza y la riqueza en poder: poder cuidar la salud y alimentarnos bien, para vestir adecuadamente, para mejorar nuestra vivienda, para tener un vehículo confortable etc. Poder para educar bien a los hijos, para complacer al cónyuge, para atender a los amigos, para servir a la comunidad, etc.
La riqueza bien habida y bien empleada es un buen instrumento para forjar nuestra felicidad y la de quienes nos rodean.

talarame@hotmail.com
 

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