Columna


Sigifredo y los medios

FRANCISCO SANTOS CALDERÓN

26 de mayo de 2012 12:00 AM

FRANCISCO SANTOS CALDERÓN

26 de mayo de 2012 12:00 AM

Como televidente, lector y oyente el caso de Sigifredo López me aterra. Del desconcierto y la incredulidad pasé a la indignación. Regresé a la duda y ahora estoy confundido. La justicia mediática y el papel de los medios plantea retos de tal dimensión para periodistas y editores que hasta la misma credibilidad de la industria queda en juego.
Los hechos de esta semana son dos. RCN TV saca la prueba reina de la Fiscalía, el video de alguien hablando y una superposición de imágenes que supuestamente condenan a Sigifredo López de entregar a sus compañeros a las Farc. Dos días después Caracol entrevista a un guerrillero que dice que esa persona no es Sigifredo López sino alias JJ, comandante de las Farc a cargo del operativo y dado de baja por las Fuerzas Armadas hace unos años.
Lo primero que me pregunto es: ¿alguien pensó en las consecuencias en la esposa e hijos de Sigifredo López? No dudo de que si sufrieron esos cinco años de secuestro ahora de nuevo son victimizados ante la opinión pública de Colombia. La segunda pregunta: ¿alguien pensó en las otras víctimas de ese secuestro, los diputados asesinados y sus familias, que reviven el dolor con la incertidumbre añadida de este caso? Qué difícil ponerse en los pantalones de Rodrigo Pardo, director de RCN TV, un periodista y ser humano sensible.
Para contrarrestar la exclusiva de RCN, Caracol entrevista al guerrillero. Y no hacen las preguntas pertinentes que pueden poner en duda su testimonio. No. Lo dicho queda escrito en piedra. De nuevo Luis Carlos Vélez, director de Caracol TV, otro periodista sensible y de trayectoria, tiene la difícil decisión humana frente al acusado, sus familiares y los de los políticos asesinados.
La responsabilidad primaria no es de los periodistas. Ante esas filtraciones, con un objetivo político y de presión pública, los editores hacen lo que tienen que hacer, publicar. La guerra del rating alimenta la voracidad periodística que muchas veces esparce dolor como ahora. El fondo del asunto es cómo se hace. Y fallamos. Lo dijo Fabiola Perdomo en RCN La Radio esta semana: los medios regionales, en especial los del Valle, fueron sensibles al dolor y solidarios con las víctimas, mientras los nacionales fueron sensacionalistas.
Los periodistas somos poco abiertos a las críticas. Pero el comportamiento en un caso como este, o como el de Colmenares, deja mucho que desear. Este último, con ayuda de los abogados por cierto, es un circo mediático. Nadie ha pensado un segundo en las vidas que este caso destruyó, además del muchacho muerto y sus familiares. Se ha tratado este caso con tal morbo, incluso mostrando fotos editadas de un cadáver meses después del suceso, o pugilato de abogados en vivo y en directo en la radio, que los diarios sensacionalistas ingleses deben estar tomando nota.
Hace días las Farc pidieron como condición para liberar al periodista francés secuestrado un debate nacional sobre el cubrimiento del conflicto. Los periodistas nos horrorizamos. Cómo nos van a imponer los violentos una condición como esa. Pues deberíamos evaluar las razones por las cuales crímenes y criminales, hoy sin ningún freno ni tapujo y sin ningún respeto por las víctimas, son el plato del día para nuestros oyentes, lectores y televidentes. ¡Qué vergüenza!
*Director de RCN Radio

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