Columna


Tabú

MIGUEL YANCES PEÑA

04 de abril de 2011 12:00 AM

MIGUEL YANCES PEÑA

04 de abril de 2011 12:00 AM

Yo no dudo –decía en la pasada columna- que las mujeres nos superan en muchas cosas: pueden concebir; biológicamente son más fuertes (todos sus cromosomas están duplicados); psicológicamente también (aunque lagrimeen mas); el hogar se forma alrededor de ellas; son protegidas por la sociedad, mueren más tarde y se pensionan primero; y manejan el poder, sólo que con armas “naturales” mucho más eficaces que la fuerza, el dinero, el conocimiento y la razón, propias del género masculino: de todos es sabido que en un mundo de hombres, una mujer no requiere de ninguno de estos atributos para lograr su cometido.
Nosotros las superamos en lo científico, lo artístico y lo racional; ellas en seducción y locuacidad. Somos diferentes y complementarios en muchas cosas, no competidores. Pero como seres humanos tenemos -ambos géneros, donde aplica- los mismos derechos y obligaciones.
Por eso es torpe que detrás de un justo movimiento feminista que reclama igualdad de derechos (se la merecen) se renuncie a lo femenino, para utilizar las armas “imperfectas” que se han inventado los hombres; y dejen al mundo sin ese componente de dulzura que caracteriza la maternidad y que hace “vivible” la vida.
No exagero cuando digo que hay hogares en los que la ternura está a cargo de los hombres, y la violencia física y verbal a cargo de las mujeres. Sólo que como no es de hombres quejarse, esos casos no se conocen en las comisarías. O tal vez que, como el hombre lo resuelve a la fuerza física (es superior a la de la mujer) termine registrándose a la agresora como agredida.
Detrás de todo esto, está la ambición de dinero y poder –ahora también femenina; y de libertades para hacer todo lo que siempre le han criticado a los hombres: el trasnoche, el licor y la promiscuidad. Como si sus quejas consuetudinarias no hubieran sido un asunto de defender valores, si no de envidias, al no estárseles socialmente permitido lo que a ellos.
No sé si me equivoco al generalizar, pero un hijo nunca le perdona a su madre el mal uso de la libertad que tolera en su padre, y una hija aprende la conducta y la imita. Tal vez es que, como el hogar se forma alrededor de la madre, la sociedad es más severa en el juicio a la mujer, y eso es lo que llaman machismo.
Estos son temas tabúes porque las mujeres lo abordan bajo la perspectiva feminista (solidaridad de género); y cuando se aborda en un plano objetivo, menos emotivo, se expone a la reacción de ellas que son mas, y más explosivas.
A tanto ha llegado esta situación, que como ellas consiguen trabajo con mayor facilidad (son más bonitas, baratas, honestas y dóciles), cuando aportan más, algunos asumen el papel de zánganos: sostenidos pero con pretensiones de poder. No obstante, conversándolo con algunas amigas, dicen, que en esos casos, que no predominan pero crecen día a día, ellos tienen que aguantarse hasta la infidelidad femenina.
Creo que poco se puede hacer desde el gobierno. Esta es la nueva dinámica en la medida que la mujer conquista las libertades que la sociedad de hombres no le tenía permitida; y la mujer a diferencia del hombre, no tiene limitaciones físicas para la promiscuidad, su limitación es sólo moral. Tal vez desde las religiones.

*Ing. Electrónico, MBA, pensionado Electricaribe

movilyances@msn.com

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