Columna


Quienes en los momentos de efervescencia y calor de un pueblo que clamaba por seguridad al iniciar el mandato de ocho años del gobierno anterior, no estábamos de acuerdo con mucho de lo que sucedía en el territorio nacional, incluyendo la violación de normas para perpetuarse en el poder, actuar igual o peor que los que se decía debíamos combatir y lo más grave, aprovecharse para acumular todo el poder económico que se pudiera, eso sí aprovechando el momento en que todos hacían genuflexiones al Mesías, al enviado de Dios, para mover las influencias mientras todos aplaudían los actos de fuerza para acabar con las guerrillas, los grupos paramilitares y el flagelo de los narcos. A toda hora durante esos ocho años no se habló sino de muerte y violencia. Mostraban los actos para que la ciudadanía aplaudiera, cual circo romano, estos hechos violentos. Nadie hablaba de otra cosa y el guión se cumplía para que no se supiera qué se hacía en las oficinas oficiales con relación a las contrataciones con la empresa privada. Eso no importaba, ya que los actos de guerra y de violencia eran lo fundamental. Qué importancia tenía que todo se lo robaran si se estaba matando a los comandantes de la guerrilla y terminaron extraditados todos los que se atrevieron a jugársela por la paz del país, entregándose a un proceso de paz como en el caso de los paramilitares. Nada de eso era verdad. Jugaron doble a los aliados y fueron extraditados muchos de los que verdaderamente conocen más allá de lo que se sabe de quienes eran y desde cuando actuaron ellos para supuestamente combatir a la guerrilla colombiana. Se convirtieron en personas incómodas y se impuso el criterio de que quien se atreviera a hablar sería extraditado y así, poner en tela de juicio sus palabras cuando comenzaran a hacerlo. Todo estratégicamente manejado al mejor estilo mafioso mientras sus arcas crecían y crecían a través de los mil y un contratos, como en el caso de los Nule, que si bien se descubrió todo por lo de Bogotá, son muchas las acciones a nivel nacional. No olvidamos las zonas francas, los negocios de reciclaje de los jovencitos privilegiados por la Divina Providencia que los convertía en ejemplo para el país. ¿Quién no, con semejantes influencias? Todas las oficinas oficiales al servicio de los mismos que terminaron convirtiéndose en los nuevos ricos del país o que aumentaron sus riquezas en más de un billón de pesos en unos casos y que los posicionaron como los nuevos dirigentes del país ante semejante poder económico. Nadie dice nada de los contratos de oficinas como las de los ministerios de Transporte, Protección social, Agricultura, SENA, DIAN, Dirección de estupefacientes, DAS, en fin, creo que se utilizaron todas para lograr el objetivo manteniendo sólo el conflicto en los medios de comunicación. La verdad está saliendo a flote y el país tendrá que soportar nuevamente una frustración de lo que fue un falso Mesías, que no era más que un humano con huesitos y carnitas, en donde sus colaboradores demostraron que la carnita hace perder muchas veces todo aquello que tiene que ver con principios y valores, por pura debilidad. Sigamos votando pasionalmente y veremos a nuestro país muy pronto: inviable. *Periodista, ex asesor de paz del gobierno Pastrana, ex facilitador del gobierno de Uribe para un acuerdo humanitario. lviveropaniza@hotmail.com

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