Columna


Trigo y Cizaña

PADRE RAFAEL CASTILLO TORRES

17 de julio de 2011 12:00 AM

PADRE RAFAEL CASTILLO TORRES

17 de julio de 2011 12:00 AM

Hace unos días alguien me dijo: “deje de votar corriente que esto no tiene componte. Esta es la suerte que nos merecemos”. Severidad, desesperanza, desilusión y desengaño. Me pregunto: ¿Cómo hacer de la confianza un valor social que nos dé razones para esperar y para vivir? Retomo la parábola del trigo y la cizaña. Dijo Jesús: «El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando brotó la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña. Los siervos se acercaron a decirle: "Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?" Él les contestó: "Algún enemigo ha hecho esto." Ellos le dijeron: "¿Quieres que vayamos a arrancarla?" Él les dijo: "No, no sea que, al arrancar la cizaña, arranquen también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recojan primero la cizaña y atenla en gavillas para quemarla, y el trigo recójanlo en mi granero."» Mateo 13, 24-30.
Como en todas partes, los campesinos judíos se peleaban por envidias, por linderos, deudas u otras razones. Ellos se vengaban incendiando campos, obstruyendo los riegos, tumbando las cercas para que se pase el ganado. O como este enemigo de la parábola, acercarse en la noche para arrojar cizaña sobre el surco. San Jerónimo que vivió con los campesinos de Palestina, escribe que “cuando brotan los tallos es imposible distinguir la cizaña del trigo. Sus raíces se mezclan en la era con las del trigo o la cebada, de tal modo que no conviene arrancarla antes de la siega”.
Buen trigo: Los que quieren vivir el evangelio. Cizaña: Quien estorba el seguimiento de Cristo. La cosa no es tan fácil porque trigo y cizaña crecen en nuestro propio corazón. ¿Cómo resolver tal problema es la pregunta de fondo? Cuando apareció la cizaña, los criados de aquel amo se ofrecieron de inmediato a arrancarla. Pero Él era sabio y les dijo: “Déjenlos crecer juntos. Luego diré a los segadores: Arranquen primero la cizaña para quemarla y el trigo, almacénenlo en mis graneros”. Tres lecciones les comparto: La primera es que el mundo es imperfecto y la historia es el resultado de agentes positivos y negativos. Nadie es bueno del todo y de una vez, así sea creado por Dios. ¿Cuántas veces hemos hecho mal uso de nuestra libertad? La segunda es el culto que debemos a la virtud de la tolerancia. Jesús nos la presenta sobre una realidad agraria: Dos espigas que crecen juntas. A nadie podemos catalogar de inmediato como pecador o como justo. Hay que espera hasta el final. Y la tercera es que Dios un día pondrá las cosas en su punto. Mientras tanto no hay que satanizar la cizaña, sino hacer que grane nuestra espiga. Hay que cavar, regar y abonar, hasta convertir a Cartagena en lo más próximo al Reino de Dios.
Les cuento esta historia: “Un ángel de la guarda oyó este diálogo en aquella sementera de la parábola: Tú eres mala, le dijo el trigo a la cizaña, mientras crecían juntos en la era. Ella le contestó: No me condenes. Mis delgadas espigas sirven de medicina a algunos pajarillos. Además, al crecer cerca a ti, puedo enseñarte que no seas autosuficiente y vanidoso. ¿No crees que quien cambió el agua en vino, algún día me puede transformar? Mira que ambos somos criaturas del Señor. Y yo sé que aunque siga siendo cizaña, Dios me ama”.

*Director del Programa de Desarrollo y Paz del Canal del Dique.

ramaca41@hotmail.com

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